Mi hija acababa de tener un bebé y, como estudiante de maestría, necesitaba ayuda para conciliar sus estudios y las tareas de ser madre. Ella vive en otro país y me preguntó si podía ir y ayudarla durante tres meses.
Al principio, esto parecía mucho tiempo para ausentarse del trabajo. Pero al volverme a Dios en oración, me di cuenta de que estar a su lado durante este período sería bueno para ambas. Mientras oraba para asegurarme de que todo saldría bien con mi trabajo, me aferré firmemente a la idea de que vivimos y nos movemos en Dios, el bien, la Vida y el Amor divinos.
Esa semana, este pasaje apareció en la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Colosenses 3:12). Decidí “vestirme” mentalmente de las cualidades descritas anteriormente y reconocí que era imposible que el bien no se expresara. También reconocí que nuestro Padre-Madre Dios siempre está a nuestro lado, jamás nos abandona y siempre nos da una respuesta.
Hablé con mi supervisor inmediato sobre mis turnos de trabajo, ya que sería necesario que alguien cubriera el mío mientras yo estaba fuera. Me vinieron a la mente estas palabras de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras de Mary Baker Eddy: “El deseo es oración; …” (pág. 1). Estaba claro para mí que mi deseo de estar con mi hija en ese momento era correcto y justo. También sentí la inspiración de ofrecerme como voluntaria para trabajar algunos turnos adicionales que aún no estaban cubiertos en las semanas siguientes, para compensar algunos de los días que estaría fuera.
En Ciencia y Salud también afirma: “Padre-Madre es el nombre para la Deidad, que indica Su tierna relación con Su creación espiritual” (pág. 332). Esta declaración eliminó todo sentimiento de temor e incertidumbre cuando comencé a trabajar en los turnos adicionales.
Me pareció crucial reconocer que el bien se estaba desarrollando en mi vida, especialmente cuando me sentía exhausta. La certeza de que Dios era mi ayuda muy presente, mi Roca y mi refugio no permitía que el sentido material me hiciera dudar de la verdad de que soy la imagen y semejanza de Dios por ser una idea espiritual; sabía que estaba allí para expresarlo con integridad, salud, buen ánimo, alegría y gratitud.
En la Biblia dice: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Corintios 3:9). Contemplé esta idea y la realidad y el poder del bien en cada turno, y dejé de sentirme abrumada y cansada. Cuando llegó el día del viaje a la casa de mi hija, todo estaba en su lugar para que pudiera pasar los tres meses con ella.
Estoy muy agradecida por las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Asistí a la Escuela Dominical desde los nueve años, continué hasta convertirme en miembro de una iglesia filial y más tarde tomé la instrucción de clase Primaria de la Ciencia Cristiana.
En el momento de mi viaje, acababa de comenzar a tomar un curso de capacitación en enfermería de la Ciencia Cristiana, que tengo planeado terminar este año. En esta capacitación, aprendí que “Un miembro de La Iglesia Madre que se acredite como enfermero o enfermera de la Ciencia Cristiana, deberá tener un conocimiento demostrable de la práctica de la Ciencia Cristiana, comprender a fondo la sabiduría práctica necesaria respecto al cuarto de un enfermo, y que pueda cuidar bien del enfermo” (Mary Baker Eddy, Manual de la Iglesia, pág. 49).
El entrenamiento fue muy útil durante el tiempo que pasé con mi hija y mi nieto, y pude practicar mi “conocimiento demostrable” de la Ciencia Cristiana en muchas situaciones, al recurrir a la Mente, Dios, en oración en busca de guía, y escuchar las ideas e inspiraciones de esta Mente divina siempre activa. Me sentí sabiamente guiada en el cuidado de mi hija y su bebé.
En un momento durante una situación angustiosa, me acerqué a una de mis mentoras del curso de enfermería de la Ciencia Cristiana. Ella de inmediato me ofreció una guía clara y firme sobre lo que podía hacer, lo que me ayudó a elevar mi pensamiento y mi comprensión del trabajo que estaba haciendo. Con esta perspectiva, me sentí más preparada para poner en práctica las habilidades de enfermería de la Ciencia Cristiana que había estado aprendiendo. También fue muy útil estudiar la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana a diario y asistir a los servicios dominicales de mi iglesia filial, transmitidos en portugués a través de Zoom desde Brasil. Realmente sentí el apoyo de Dios y Su amor siempre presente y siempre activo. Y este fue todo el apoyo que necesitaba para llevar a cabo mis tareas y ayudar a mi hija.
Regresé a casa sintiéndome segura de que mi hija y el bebé se las estaban arreglando muy bien. Estoy muy agradecida por el conocimiento que la Sra. Eddy nos dio sobre nuestra verdadera identidad como hijos de Dios, y sobre el hecho de que la única realidad que realmente podemos experimentar es la del reino de los cielos.
