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Dios nos da lo necesario a cada paso del camino

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 23 de junio de 2025


Mi esposo y yo nos acercábamos a nuestros años de jubilación y yo sabía que necesitábamos hacer un cambio para poder retirarnos. Ambos trabajábamos como independientes realizando trabajos pesados, mal pagados que no ofrecían beneficios, y tampoco teníamos ahorros. Vivíamos de cheque en cheque.

Durante muchos años, tuve el deseo de comprar casas, arreglarlas y alquilarlas o venderlas. Esto no era solo un deseo, sino también una inversión lógica, ya que mi esposo y yo habíamos aprendido a remodelar casas. Pero no teníamos suficientes ingresos ni otras opciones viables como para comprar otra casa. Así que me volví a Dios en oración y le pregunté qué debíamos hacer. 

Me encanta el Salmo veintitrés de la Biblia, y cómo David escribió allí que Dios le preparó una mesa en medio de sus enemigos. Nuestro enemigo era la opinión de que nos faltaban oportunidades y que el tiempo se nos estaba acabando. Sin embargo, sabía que Dios también había preparado una mesa para nosotros.

Tomé medidas prácticas para buscar una respuesta. Investigué préstamos bancarios y contratos de tierras y hablé con empresas inmobiliarias, pero la búsqueda nunca arrojó una respuesta; simplemente no teníamos suficiente dinero. 

De nuevo recurrí a Dios de todo corazón. A lo largo de este tiempo, pensé en una de mis citas bíblicas favoritas. Al responder a la pregunta de dónde vienen la sabiduría y el entendimiento, la cita dice: “Dios entiende su camino, y conoce su lugar” (Job 28:23, KJV). El pasaje, para mí, dice que la sabiduría no es algo que se pueda encontrar solo al buscarla, sino que Dios, que es la Mente divina, sabe lo que necesitamos y lo proporciona.

También reflexioné sobre lo que Mary Baker Eddy escribió sobre los ángeles en Escritos Misceláneos 1883-1896. Esta línea específica me llamó la atención: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria” (pág. 307). Sabiendo que yo misma no tenía las respuestas, oré para comprender que Dios me estaba proporcionando Sus ideas espirituales.

Poco después, estaba hablando con un hombre para el que trabajaba, y me mencionó que debía investigar una agencia del condado que vendía casas no deseadas embargadas con impuestos. 

Cuando investigué, me sorprendió lo que encontré. Había muchas casas en venta y a un precio que podíamos pagar. Las casas estaban abandonadas y tapiadas. Eran muy baratas porque no habían sido atendidas. Incluso en esa condición, sabía que eran nuestra respuesta.

En ese momento, me enfrenté a mucha oposición de mi familia y amigos sobre mis planes de comprar dos casas al otro lado de la calle una de otra. Por mucho que valoraba su preocupación, oré para saber cuál era la buena voluntad de Dios para mí, y solo la Suya.

Cuando estuve segura de que esto era lo correcto, compré la primera casa. Necesitaba muchas reparaciones para las que no teníamos los ingresos, pero seguí confiando en que Dios me mostraría el camino. Comenzamos con proyectos que requerían muy poco dinero. Después de un año no podíamos seguir adelante. Además de no tener dinero para hacer las extensas reparaciones, también teníamos problemas para pagar nuestras facturas regulares. 

Una noche, en un estado de desesperación total, me volví a Dios en oración como nunca antes. Al escuchar para recibir Su guía, Le entregué toda mi vida, mis planes, mis ideas y mis temores a Él. Me vino al pensamiento el nombre de una empresa de alquiler de propiedades a corto plazo en línea. En aquel momento, todavía no era un nombre muy conocido y no tenía idea de a qué se refería el nombre. Busqué rápidamente en línea y encontré su sitio web. Sabía que esta era la respuesta. Incluí nuestra casa principal y me sorprendió que en diez minutos, seis grupos diferentes de huéspedes solicitaron reservarla (nos quedamos sin comodidades en la casa que estábamos reparando mientras alquilaban nuestra casa principal). A partir de ahí, las reservas llegaron a raudales. Un año después, compré la segunda casa a la que le habíamos echado el ojo.

En un período de tres años, pudimos tomar el dinero que ganamos con el alquiler de nuestra casa e invertirlo en la remodelación de la primera casa. Luego nos mudamos a esta casa recién remodelada, transformando nuestra casa principal en una propiedad de alquiler a corto plazo o tiempo completo. Comenzamos a remodelar la segunda casa y, finalmente, también pudimos convertirla en un alquiler a corto plazo.

Ya hace más de siete años que somos anfitriones de alquiler. Además de nuestros ingresos por alquiler a corto plazo, también pudimos acumular ahorros adecuados y seguir trabajando a tiempo parcial en nuestros trabajos habituales.     

Fue Dios, nuestro Padre-Madre, quien me reveló las ideas correctas en el momento en que las necesité. Dios respondió a cada oración, a cada paso del camino. 

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