A nivel internacional, la frecuencia, la gravedad y el costo de los fenómenos meteorológicos extremos han aumentado en los últimos años. Y las predicciones para el futuro suelen ser nefastas. ¿Es inútil o hay algo que la gente puede hacer para marcar una diferencia positiva, incluso en desafíos de proporciones globales? ¿Puede el clima ser afectado por la comprensión espiritual y la oración?
La Biblia registra impactos positivos en el clima y los elementos de la tierra como resultado de la comprensión espiritual y la obediencia a Dios, el Amor divino. Jesús calmó los mares tempestuosos. A Elías se le mostró que Dios no estaba en el terremoto, el viento o el fuego, sino en la “voz callada y suave” que escuchó cuando cesaron (véase 2 Reyes 19:9-12, Versión Moderna). Moisés, confiando en la “salvación” del Señor, dividió el Mar Rojo (véase Éxodo 14:13-22, LBLA), una manifestación de la presencia de Dios que negaba por completo las leyes de la física.
También hay relatos maravillosos de Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, orando por el clima basándose en el amoroso control de Dios y de su expectativa de que otros Científicos Cristianos hicieran lo mismo. (Una narración útil sobre esto se puede encontrar en www.marybakereddylibrary.org/mbeweather.) El fundamento para esto fue su comprensión de la omnipotencia y la naturaleza totalmente buena de Dios. En su obra principal, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escribe: “Todo lo que realmente existe es la Mente divina y su idea, y en esta Mente se encuentra que todo el ser es armonioso y eterno. El camino recto y estrecho es ver y reconocer esta realidad, ceder a este poder y seguir las indicaciones de la verdad” (pág. 151).
Como piloto privado, he tenido muchos encuentros con el mal tiempo —como la formación de hielo, las tormentas repentinas, las tormentas eléctricas, la cizalladura del viento y la niebla densa— y su impacto. He descubierto que la inspiración espiritual obtenida del estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana es extremadamente útil. He aprendido a ver los problemas del tiempo y el clima como invitaciones a apartar mi perspectiva de una visión del clima y los sistemas de viento, humedad, calor y frío basada en la materia. En cambio, me apoyo en la comprensión de Dios —que es la única Mente, el Espíritu siempre presente— y Sus leyes espirituales que gobiernan eternamente Su creación con orden y precisión.
Una vez, estaba volando de Minneapolis a St. Louis. El pronóstico del tiempo era que se desarrollarían tormentas a medida que avanzaba el día. Un frente de tormenta se acercaba a mi aeropuerto de salida. Como la tormenta todavía estaba a algunos kilómetros de distancia, seguí adelante y ascendí a mi altitud asignada. Sin embargo, en poco tiempo, mi medidor de tormentas detectó detrás de mí una alarmante acumulación de viento y relámpagos como no había visto antes en ese instrumento. La tormenta se dirigía hacia mí a una velocidad que pronto haría que superara y envolviera mi avión. Me di cuenta de que solo una cosa podía encajar en esta imagen meteorológica: Era un tornado, y tenía apenas unos minutos antes de que el borde exterior me impactara.
En ese momento, algo profundo en mí se abrió a Dios. Me vino a la mente un pensamiento que era una cita de Ciencia y Salud: “Jesús oró; se retiró de los sentidos materiales para refrescar su corazón con vistas más luminosas, con vistas espirituales” (pág. 32). Estas palabras parecían ser un firme pero amoroso “empujón en el pensamiento” desde arriba; me estaban dando mi siguiente paso. Activé el piloto automático de la aeronave, cerré los ojos, y volví a abrir mi corazón a Dios. De inmediato llegó la certeza de que donde parecía haber un sistema físico llamado viento, en realidad sólo había la inofensiva energía del Espíritu. Y esto sólo podía traer algo bueno. Había aprendido de Ciencia y Salud que “toda la naturaleza enseña el amor de Dios al hombre...” (pág. 326). Esto me consoló. Me estaba apoyando en el amor de Dios aquí.
Me vino un pensamiento aterrador: “Se te acabó el tiempo; ¡el tornado ya está casi aquí!”. Sin embargo, una suave presencia abrazó mi corazón con la convicción de que el tiempo y el espacio no son nada en el universo del Espíritu, Dios, y que yo habitaba en el lugar del Altísimo, bajo la sombra de las alas de Dios (véase Salmo 91). Luego vino una pregunta: “¿Qué es realmente el viento?”, seguida de una respuesta (de nuevo de Ciencia y Salud): “Aquello que indica el poder de la omnipotencia y los movimientos del gobierno espiritual de Dios, envolviendo todas las cosas” (pág. 597). Vi que esta primera parte de la definición de viento en el libro de texto de la Ciencia Cristiana es la verdad; la segunda parte, “Destrucción; ira; pasiones mortales” es la falsificación material.
Uau. La omnipotencia y el gobierno espiritual de Dios abarcaban todo el cosmos, hasta la más pequeña nano cosa. En esos pocos minutos de oración, estas verdades, esta inspiración espiritual, se apoderaron de mí por completo. Sentí que existía en un universo del Espíritu perfecto donde todo funcionaba exactamente de acuerdo con el bien, la armonía y la belleza. Era una sensación de profunda quietud y paz.
Volví a abrir los ojos. El avión volaba sin problemas, como normalmente lo hace en piloto automático, y el indicador de la tormenta mostró que la perturbación se había retirado. En unos cinco minutos, desapareció de la vista. Más tarde ese mismo día, las noticias de mi ciudad de partida traían la historia de un tornado que se había formado inesperadamente en el sistema de tormentas que habían pronosticado, y luego se disipó, sin hacer impacto alguno en el área circundante.
La Ciencia Cristiana bendice a todo aquel que la estudia y proporciona muchas herramientas para transformar sus puntos de vista; una transformación que nos permite percibir la realidad de la presencia y el cuidado de Dios. Nos da una verdadera caja de herramientas espirituales de la cual podemos tomar las renovadas vislumbres que Dios nos brinda sobre lo que es realmente verdad. Estas vislumbres nos ayudan a orar sobre el clima y otras noticias del día. Al comprender estas percepciones espirituales, podemos revertir las creencias agresivas de amenazas y falta de armonía a través de la oración humilde que se rinde a la perspectiva de Dios.
Al orar de esta manera, también me he sentido inspirado a hacer muchos cambios prácticos que me permiten vivir con más cuidado y eficiencia, como instalar paneles solares, compostar los restos de comida, reducir mi uso de combustibles fósiles y plásticos, disfrutar de comidas que son una carga menos dura para el medio ambiente, etc.
El ser inmutable y el amor y cuidado infinitos de nuestra Madre-Padre Dios son muy superiores a todo tipo de desafíos, incluidos los que vienen con un clima en constante evolución. Lo único que realmente existe es el Todo-en-todo, Dios, la Mente infinita. Las ideas y el ambiente de la Mente, siempre en desenvolvimiento, son expresiones inmutables de la bondad y la armonía divinas. La Vida es Dios, desplegando el Amor a nuestros expectantes corazones.
El salmista declara: “Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra” (Salmos 104:30). Tenemos el privilegio de trabajar para percibir espiritualmente que la naturaleza inmutable del universo de Dios es la única y verdadera realidad, lo que nos lleva a dar sabios pasos humanos. ¡Manos a la obra!
