Hace años, como madre soltera de dos hijas en edad escolar primaria, aprendí una lección que fue de gran ayuda para mí.
Sentía una tremenda presión por ser la única responsable de mantener a mis hijas sanas y seguras. En un momento dado, mientras viajaban con un pariente que no era Científico Cristiano, ellas me llamaron y me dijeron que mi hija menor estaba muy enferma con fiebre y desganada. Aunque sabía que este familiar amaba a mis hijas y las reconfortaba de la mejor manera que sabía, me sentí impotente y asustada. Me preocupaba que esta niña estuviera a kilómetros de distancia de mí, sin el tipo de amor y consuelo que yo sentía que necesitaba o sin alguien que le hablara sobre el cuidado de Dios por ella y sobre su bienestar y seguridad por ser Su hija.
Me senté a orar por ella y buscar una sensación de paz. Tomé The Christian Science Monitor y busqué el artículo de Christian Science Perspective, el cual hablaba de que Dios está con nuestros seres queridos y cuida de ellos; incluso cuando están separados de nosotros. La inspiración que fluyó de las ideas del artículo eliminó por completo mi preocupación y pude orar por mi hija con una mente tranquila y clara. Tenía la certeza de que estaba envuelta en el Amor divino y no necesitaba que yo estuviera físicamente presente con ella para sanar. Sabía que Dios estaba allí con la niña, que podía sentir Su presencia y que mi oración podía sanarla. ¡Y lo hizo! Mis hijas me contaron que cuando llegaron a destino, ella estaba bien.