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El cuidado de Dios es una ayuda inmediata

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 6 de octubre de 2025


Hace años, como madre soltera de dos hijas en edad escolar primaria, aprendí una lección que fue de gran ayuda para mí. 

Sentía una tremenda presión por ser la única responsable de mantener a mis hijas sanas y seguras. En un momento dado, mientras viajaban con un pariente que no era Científico Cristiano, ellas me llamaron y me dijeron que mi hija menor estaba muy enferma con fiebre y desganada. Aunque sabía que este familiar amaba a mis hijas y las reconfortaba de la mejor manera que sabía, me sentí impotente y asustada. Me preocupaba que esta niña estuviera a kilómetros de distancia de mí, sin el tipo de amor y consuelo que yo sentía que necesitaba o sin alguien que le hablara sobre el cuidado de Dios por ella y sobre su bienestar y seguridad por ser Su hija. 

Me senté a orar por ella y buscar una sensación de paz. Tomé The Christian Science Monitor y busqué el artículo de Christian Science Perspective, el cual hablaba de que Dios está con nuestros seres queridos y cuida de ellos; incluso cuando están separados de nosotros. La inspiración que fluyó de las ideas del artículo eliminó por completo mi preocupación y pude orar por mi hija con una mente tranquila y clara. Tenía la certeza de que estaba envuelta en el Amor divino y no necesitaba que yo estuviera físicamente presente con ella para sanar. Sabía que Dios estaba allí con la niña, que podía sentir Su presencia y que mi oración podía sanarla. ¡Y lo hizo! Mis hijas me contaron que cuando llegaron a destino, ella estaba bien.

Para mí, esto fue un recordatorio de que mi trabajo como madre era confiar mis hijas al cuidado de Dios y saber que la oración es —y siempre ha sido— segura y eficaz.

Muchos años después, cuando mi otra hija era adulta, viajó al extranjero con una amiga. En medio de la noche, recibí una llamada de ella, y lo único que pudo decirme fue que necesitaba ayuda y no podía mantenerse consciente. A pesar de lo avanzado de la hora y de sentirme alarmada por su seguridad, pude pasar un largo rato orando en voz alta por teléfono, compartiendo todo lo que podía recordar de las Escrituras y del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras de Mary Baker Eddy.

Si bien no estaba segura de cuándo estaba consciente —porque pasaba largos períodos sin responder verbalmente— yo sabía que Dios estaba allí mismo con ella y que podía escuchar las verdades que le estaba diciendo. Para mi sorpresa, no me sentí abrumada por el miedo y me encontré mentalmente en un espacio de clara y tranquila confianza.  

Durante este tiempo de intensa y sincera oración con mi hija, mi enfoque estuvo en esta declaración de Ciencia y Salud: “No dejes que ni el temor ni la duda oscurezcan tu claro sentido y calma confianza de que el reconocimiento de la vida armoniosa —como la Vida es eternamente— puede des­truir cualquier sentido doloroso o cualquier creencia en aquello que no es la Vida” (pág. 495). Me reconfortó saber que, como escribe el salmista, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1).

Yo no podía estar allí con ella, ¡pero Dios sí! Y como había aprendido años antes, la oración es eficaz, ya sea que estés a dos metros o a ocho mil kilómetros de distancia. No estoy segura de cuántas horas pasaron durante este tiempo de oración, pero a la hora de la cena, mi hija estaba sana y pudo continuar con las actividades de viaje que tenía planeadas.

Estoy tan agradecida de que, desde esa temprana curación de mi hija menor, nunca más he vuelto a experimentar ese miedo intenso por la salud y la seguridad de mis hijas. A través de cada experiencia difícil, he aprendido un poco más sobre cómo debo confiar su cuidado a Dios y orar por ellas sin sentirme personalmente responsable de su bienestar. En nuestra familia hemos tenido curaciones de infecciones, gripe, una lesión grave en la espinilla, conflictos familiares, provisión limitada y relaciones tensas, por nombrar solo algunas.

Por estas y muchas más curaciones y oportunidades de que mi comprensión de Dios aumente, estoy muy agradecida. 

BK Thornton Grimme
Parker, Colorado, EE. UU.

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