Querido Dios: esta es una hora sagrada y generosa.
Que pueda yo ser revestido de la humildad de Cristo
y saber que Tuya es la gloria y el poder.
Que los hombres no vean a la persona, sino Tu semejanza.
No puedo temer que al servirte
cualquier poder maligno hacerme daño pueda.
El púlpito--el lugar en el que amo estar--
no es un blanco, sino una poderosa fortaleza.
Señor, bendice a los que hoy se reúnen aquí,
que buscan la verdad para ser libres.
Pues cada corazón lleno de sufrimiento o consternación
debe soltar sus cargas, y sanar cuando te alaba a Ti.
Ruego que se escuche Tu voz, solo la Tuya
que resuena con Tu amor tan claro y dulce
que brinda el significado perfecto de Tu Palabra—
Pues yo también, a Tus pies, humildemente escucho.