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¿Es esencial la Iglesia para practicar la Ciencia Cristiana?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 30 de junio de 2025


En más de una ocasión, me he preguntado si la iglesia es esencial para la práctica de la Ciencia Cristiana. Creo que puede ser una muy buena pregunta en la que pensar de vez en cuando. Examinar las formas en que pensamos tanto en la iglesia como en la práctica de la Ciencia Cristiana ayuda a iluminar la respuesta.

He tenido experiencias en la iglesia que realmente me conmovieron, de hecho, me transformaron. Una de estas experiencias fue hace unos años, justo después de correr el maratón de Boston. Tras un fin de semana completo que incluyó no solo el maratón, sino también un evento de la iglesia y muchos viajes, llegué a casa el martes por la noche sintiéndome extremadamente dolorido. Además de eso, empecé a sentir que me estaba por resfriar. 

Mi esposa me ayudó a meterme en la cama, y me quedé allí orando, tratando de alinear mis pensamientos con lo que había estado aprendiendo en la Ciencia Cristiana sobre la bondad de Dios y mi inseparabilidad —como idea de Dios— de esa bondad. A lo largo de los años había tenido transformación y curación como resultado de orar de esta manera, al comprender lo que siempre ha sido cierto acerca de Dios y cada una de Sus ideas.

Mientras oraba y reflexionaba sobre mi edificante fin de semana, me di cuenta de que la noche siguiente era la reunión de testimonios semanal en mi iglesia filial de la Ciencia Cristiana. Estas reuniones brindan un tiempo para hacer una pausa a mitad de semana a fin de reflexionar sobre la Palabra de Dios y compartir con los demás asistentes nuestro progreso espiritual y curaciones. Me encanta unirme a otros en esta inspiradora actividad, pero mientras pensaba en la noche siguiente, sentí más inseguridad y vergüenza que emoción. No pude evitar imaginarme entrar cojeando a la iglesia y necesitar el apoyo de mi esposa para llegar a un asiento. 

Me sentía muy cohibido por esa imagen, y pensé que probablemente no debería ir y, en cambio, quedarme en casa y orar por mi cuenta. Pero justo después de ese pensamiento, consideré la historia de los cuatro amigos fieles que llevaron a un hombre paralítico a ver a Cristo Jesús a pesar de que estaba tan lleno que no podían entrar a la casa donde Jesús estaba predicando. En lugar de darse por vencidos e irse, bajaron a su amigo por el techo. Fue un movimiento audaz y un poderoso ejemplo de fe. Jesús sanó inmediatamente al hombre (véase Marcos 2:1-12).

También pensé en cómo Mary Baker Eddy estableció La Iglesia de Cristo, Científico, para sacar a la luz la comprensión práctica y espiritual del método de curación de Jesús, y para mostrar su disponibilidad y utilidad eternas para toda la humanidad. En ese momento no había nada que deseara más que estar presente con la influencia del Amor divino. Por supuesto, no hay una sola manera o lugar para sentir ese Amor divino, pero también sabía que siempre me parecía correcto estar en la iglesia, unirme a un grupo de discípulos modernos para adorar y regocijarnos juntos de la manera especial que la iglesia provee.   

Me quedé dormido esa noche con un profundo sentimiento de gratitud por Jesús y sus enseñanzas, así como por la Sra. Eddy y su amor por la humanidad al hacer tan clara la Ciencia de la curación-Cristo y establecer La Iglesia de Cristo, Científico, para apoyar de manera práctica ese descubrimiento, y sabía que quería estar en la iglesia la noche siguiente. ¡incluso aunque tuviera que atravesar un techo para llegar allí!

Cuando me desperté el miércoles por la mañana, estaba completamente libre. Tanto el dolor como la enfermedad habían desaparecido. Fui a la Iglesia esa noche con el corazón lleno, una comprensión más profunda de la naturaleza esencial de la iglesia y un testimonio de transformación y gratitud para compartir.

En este y otros momentos transformadores que he experimentado con respecto a la iglesia, la organización humana y la estructura física se desvanecen, y siento el verdadero corazón de la Iglesia, su misión más elevada de sanar. 

Jesús nunca menciona la necesidad de asistir a los servicios de adoración como el camino a la salvación. Pero sí dijo que el hecho de que Pedro reconociera que Jesús era el Cristo constituía la roca, o fundamento, sobre la cual se edificaría su iglesia. Y añadió que las puertas del infierno jamás podrían derrocar a esa Iglesia (véase Mateo 16:16-18). Para mí, Jesús está señalando que la transformación espiritual es el fundamento y el camino de la salvación, el camino hacia la comprensión y la demostración de nuestra unidad con el Principio de toda bondad, Dios.

A veces pienso en esa transformación espiritual que debe de haber estado produciéndose en Pedro mientras seguía a Jesús, absorbía sus enseñanzas y presenciaba sus curaciones. Me imagino que un sentido de la supremacía y la totalidad de Dios estaba desarrollándose en Pedro, y Jesús estaba alimentando eso. Cuando Pedro tuvo el valor de expresar esta comprensión y mantenerse firme en su convicción espiritual, su transformación fue evidente.

Al referirse a ese momento transformador, la Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Jesús estableció su iglesia y mantuvo su misión sobre el fundamento espiritual de la curación-Cristo. Enseñó a sus seguidores que su religión tenía un Principio divino que podía echar fuera el error y sanar tanto a enfermos como a pecadores” (pág. 136).

Más adelante en Ciencia y Salud, la Sra. Eddy da el sentido espiritual de Iglesia como: “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa sobre el Principio divino y procede de él”. Señala que la institución de la Iglesia “da prueba de su utilidad y se halla elevando la raza, despertando el entendimiento dor­mido de las creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales”, produciendo la curación—transformación (pág. 583).  

La iglesia que Jesús estableció descansa sobre un fundamento de transformación espiritual y curación, y me da una comprensión más completa de lo que se trata la iglesia. Puesto que la práctica de la Ciencia Cristiana consiste en la transformación espiritual del pensamiento que naturalmente conduce a la salud y el bienestar, entonces asistir a la iglesia y practicar la Ciencia Cristiana van de la mano. Ambos implican esforzarse momento a momento por comprender y vivir lo que Jesús enseñó acerca de Dios, acerca de la curación, acerca del reino de los cielos y acerca de la salvación. Todo esto requiere un deseo y compromiso para comprender y demostrar el sentido espiritual del hombre y el universo en lugar de aceptar el sentido material y limitado de la existencia. 

Entonces, cuando considero si ser parte de la iglesia es esencial para practicar la Ciencia Cristiana, mi respuesta es sí: una transformación espiritual profunda es esencial. Tanto la práctica de la Ciencia Cristiana como la iglesia requieren y apoyan el anhelo genuino por este tipo de transformación. He llegado a comprender que no hay ninguna circunstancia que pueda deshacer mi unidad con Dios y con la estructura de la Verdad y el Amor. Es un vínculo tan fuerte que ni siquiera las puertas del infierno (por así decirlo) podrían prevalecer contra él. Ser parte de la iglesia permite que la transformación espiritual se produzca individual y colectivamente.

Mis experiencias con la iglesia me han demostrado que hay tantas formas de que se manifieste la transformación espiritual, como personas. La transformación comienza con el individuo, pero cuando los individuos unen sus deseos y esfuerzos espirituales colectivamente, la transformación puede ocurrir a una escala más amplia.

Por supuesto, si pienso en asistir a la iglesia como simplemente presentarse para adorar donde otros se presentan para adorar, entonces no puedo esperar encontrar esta profunda transformación espiritual. O, si creo que puedo practicar la Ciencia Cristiana sin tener el anhelo genuino de lograr una transformación espiritual, no tendré éxito. Cuando pienso en la misión de la iglesia, pienso en las personas que están listas y dispuestas a estar hombro a hombro unas con otras en la misión más elevada del cristianismo: revelar la realidad de Dios y la irrealidad absoluta del mal, aquí y ahora.

En Ciencia y Salud leemos: “Podemos unirnos a esta iglesia sólo a medida que nazcamos de nuevo en el Espí­ritu, que alcancemos la Vida que es Verdad y la Verdad que es Vida, produciendo los frutos del Amor —echando fuera el error y sanando a los enfermos—” (pág. 35). Ese trabajo se hace individualmente entre cada uno de nosotros y Dios, y colectivamente a medida que nos unimos con un propósito común para demostrar con evidencia práctica que la vida está en y es de Dios, el Espíritu. Hay innumerables maneras en que este trabajo colectivo se verá a medida que todos avancemos: hacia el Espíritu. 

Los apóstoles Pedro y Pablo contribuyeron significativamente a la idea de iglesia que Jesús estableció. Sus contribuciones fueron únicas, diferentes entre sí, pero ambas fueron muy necesarias y vitales. Sus métodos y logros no necesitaban ser los mismos para ser sinceros y eficaces. Del mismo modo, nuestras contribuciones no tienen que ser las mismas para ser significativas, sinceras y eficaces. Podemos centrarnos en ser transformados nosotros mismos y apoyar amorosamente a los demás en esa dirección también.

Estos días estoy formulando las preguntas que me hago sobre la iglesia y la práctica de la Ciencia Cristiana de una manera un poco diferente. En lugar de preguntar si uno es esencial para el otro, pregunto: “¿Está mi corazón completamente abierto para sentir el poder transformador del Amor divino?”. Y, “¿Estoy dispuesto a estar hombro a hombro con los demás en la misión de esforzarme sinceramente para dejar que la luz de la Verdad y el Amor brille a través de mi vida?”. Cada uno de nuestros esfuerzos por alinear nuestra práctica con la misión de la iglesia es una bendición para las personas, para la iglesia y para el mundo.

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