Una mañana, al sentir la sublimidad de la luz del sol elevándose sobre el océano, observé su resplandor. Así como la luz del amanecer finalmente llena el cielo, Dios ilumina nuestras vidas, trayendo libertad y curación de maneras gloriosas. Tal como la luz del universo está regulada por la ley divina y es invariable, nuestras vidas están reguladas por la ley divina, que trae curación.
En Juan 1:5 tenemos esta reconfortante declaración: “La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido” (English Standard Version). Sentí este poder de la luz espiritual verdadera y su ley de perfección a través de una curación que tuve después de que me mordiera una araña viuda negra mientras limpiaba mi garaje.