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La vida silvestre puede ser protegida y sanada

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 10 de noviembre de 2025


Trabajar en la granja de nuestra familia con mi esposo me ha mostrado la verdad de este versículo de la Biblia: “Ahora pregunta a las bestias, y que ellas te instruyan,

y a las aves de los cielos, y que ellas te informen. O habla a la tierra y que ella te instruya, y que los peces del mar te lo declaren. ¿Quién entre todos ellos no sabe
que la mano del Señor ha hecho esto, que en su mano está la vida de todo ser viviente,
y el aliento de toda carne de hombre?” (Job 12:7-10, LBLA).

En nuestra granja, a menudo he visto animales sanados a través de la Ciencia Cristiana. También he sido testigo de la salvación de animales salvajes.

Un día del otoño pasado, después de pasar la mayor parte de mi mañana estudiando la Biblia y reflexionando sobre el hecho de que Dios preserva a toda la creación, me dirigí a nuestra Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana para mi turno semanal. Mientras rodeaba el gran lago en las afueras de nuestra ciudad, pude ver un ciervo de cola blanca luchando por quedarse a flote en el agua helada. Había caído a través de una fina capa de hielo y una multitud comenzaba a reunirse en el área del parque cercano. Un camión de bomberos ya había llegado para cuando entré al parque y comencé a orar. Supongo que otros también estaban orando. Este ciervo parecía exhausto cuando dos bomberos vestidos de amarillo comenzaron a caminar hacia él.

Rápidamente me vino a la mente una idea de mi estudio bíblico matutino: “El Señor te protegerá de todo mal; Él guardará tu alma. El Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre” (Salmo 121:7, 8, LBLA).

En ese momento, el ciervo dejó de luchar y comenzó a nadar hacia un área abierta del lago. Dio un poderoso salto sobre el hielo, y corrió al subir a la orilla, donde un policía había detenido el tráfico para que cruzara la calle. El ciervo, los bomberos y toda la gente del pueblo estaban a salvo. Todos vitoreamos y aplaudimos.

La guía inteligente que Dios brinda a Sus criaturas fue evidente ese día, y me regocijé de haber sido testigo de Su poder protector. 

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