Durante muchos años, había luchado con mis clases de matemáticas. Había logrado salir adelante, pero me había costado mucho trabajo. Las pruebas eran las peores. Siempre me producían gran ansiedad, incluso cuando estaba segura de conocer el material.
Pero uno de mis primeros exámenes en mi clase de precálculo me tenía más que ansiosa. Estaba muy asustada. Por mucho que estudiaba, no me sentía preparada.
Durante la prueba, traté de calmarme, pero dudaba de cada respuesta. Me sentía estúpida e incapaz, como lo había hecho en mis últimas clases de matemáticas. No tenía idea de qué hacer y sentí que iba a llorar.