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Para niños

Lo que Tony la tortuga me enseñó sobre la oración

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 24 de marzo de 2025


Cuando era niña, tenía una tortuga de mascota. La llamaba Tony, y la quería mucho. Yo no tenía hermanos ni hermanas, así que ella era muy importante para mí. 

Cuando mis padres y yo fuimos a la playa de vacaciones, Tony vino con nosotros. Nos alojamos en un hotel con grandes jardines que tenían plantas frondosas y altas, y ahí es donde Tony pasó sus vacaciones. 

Dos días antes de regresar a casa, no pudimos encontrar a Tony cuando la buscamos en el jardín. Incluso después de que oscureció, seguimos buscándola con una linterna. Tenía un reflector rojo en su caparazón, pero aun así no pudimos encontrarla.

Yo me sentía muy triste. Mi mamá me contó que estaba orando por esto. Cuando oramos, nos volvemos a Dios para que nos ayude a ver lo bueno que proviene de Dios  y realmente está aquí presente. Mi mamá sabía que como Tony y yo éramos creaciones de Dios, ninguna de nosotras podía estar separada del bien o de la presencia de Dios. 

Yo había estado asistiendo a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde estaba empezando a comprender qué es Dios. Mary Baker Eddy explica en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras que Dios es “El gran Yo soy; el que es todo-conocimiento, todo-visión, todo-acción, todo-sabiduría, todo-amor, y es eterno; Principio; Mente; Alma; Espíritu; Vida; Verdad; Amor; toda sustancia; inteligencia” (pág. 587). También estaba aprendiendo sobre el amor de Dios por todas Sus criaturas. Sabía que la oración nos ayudaría a encontrar a Tony, y estaba muy agradecida por eso. 

Seguimos orando mientras continuábamos buscando. El jardinero del hotel nos ayudó, y los cuatro caminamos por los jardines. Entonces encontramos a Tony. ¡Yo estaba tan feliz! 

Pero ese no es el final de la historia. Al día siguiente, el jardinero que nos había ayudado a buscar a Tony le contó a mi mamá algo increíble. Después de encontrar a Tony, el jardinero se fue a su casa, donde su hijo lo estaba esperando con noticias. ¡La tortuga que el chico había tenido cuando era más pequeño había aparecido en su jardín! Hacía muchos años que había desaparecido y la encontraron al mismo tiempo que a Tony.

Esta experiencia me enseñó que nuestras oraciones no solo nos bendicen a nosotros. También bendicen a los demás (incluidos los animales), lo sepamos o no.

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