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Más que lograr pasar otro día

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 18 de agosto de 2025


¿Es posible encontrar el bien hasta en situaciones difíciles? ¡Sí! Cuando descubrimos que el Dios del todo bueno está siempre disponible para guiar, proteger y proveer, podemos ver que el bien siempre es posible. De hecho, las experiencias difíciles a menudo brindan oportunidades para descubrir que podemos confiar en el amor y el cuidado inagotables de Dios y para comprender el poder de la oración. 

Hace unos años, algunos meses después de que mi esposo falleciera, uno de los incendios forestales de California destruyó nuestra gran propiedad, incluida nuestra casa y pertenencias. Primero, perder a un gran compañero y amigo de toda la vida, y luego, perder tanto en el fuego fue abrumador. 

Sabía que tenía que encontrar mi camino a través de estas difíciles circunstancias con una oración profunda y consagrada. Aunque la vida diaria era un desafío, paso a paso me volví más fuerte y mi comprensión de la omnipresencia y el poder de Dios, el bien, se hizo más clara. De hecho, descubrí que reconocer que el bien está al alcance de la mano, incluso en tiempos difíciles, nos enseña que aún podemos ayudar a los demás, incluso mientras nos abrimos camino en medio de circunstancias problemáticas. 

El Padre Nuestro dice: “Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy da la interpretación espiritual de ese versículo: “Capacítanos para saber que —como en el cielo, así también en la tierra— Dios es omnipotente, supremo” (pág. 17). Estas declaraciones me ayudaron tremendamente, profundizando mi fe en Dios y en el hecho espiritual de Su presencia constante; y confié en su guía.

A pesar de que mi vida había dado un vuelco completo en cuestión de meses, aprendí a ser paciente, a escuchar y a orar profundamente para percibir la dirección de Dios. Descubrí que la vida no se trata de cosas o eventos materiales; las cosas pueden quemarse y los eventos salir mal. 

Ciencia y Salud nos dice que, en cambio, “Todo lo que real­mente existe es la Mente divina y su idea, y en esta Mente se encuentra que todo el ser es armonioso y eterno. El camino recto y estrecho es ver y reconocer esta realidad, ceder a este poder y seguir las indicaciones de la verdad” (pág. 151). El hogar es lo que tenemos en nuestro corazón. Por lo tanto, jamás se pierde, sino que es para siempre seguro, completo y  siempre nuevo por ser la expresión de Dios, que es Amor y Vida. Un amigo me sugirió que apreciara mi área quemada como si ya estuviera renovada, hermosa y lista para nuevos propietarios.

A medida que confiaba en Dios, en la Mente divina, Su guía llegaba en forma de pensamientos específicos que satisfacían cada necesidad: la intuición de hacer una llamada telefónica oportuna, por ejemplo, o de pedir la opinión de un experto sobre una necesidad en particular. Llamé a estas inspiraciones migas de pan. Poco a poco, siguiendo una miga de pan a la vez, encontré ayuda profesional para conseguir una vivienda, restaurar mi propiedad y obtener asesoramiento legal sobre la liquidación de los bienes raíces. También fui guiada divinamente a establecer nuevas amistades y una nueva vida en un nuevo lugar. Aprendí a encontrar victorias en pequeñas decisiones que me llevaron a dar los pasos correctos y a protegerme de las decisiones equivocadas.

Empecé a querer vivir, no solo sobrevivir un día más. Esto vino al esforzarme por vivir mis cualidades espirituales innatas como la expresión de la Mente. Obtuve un enfoque más claro acerca de Dios y Su cuidado infalible y me deshice de toda preocupación o sensación de carencia. Era tan bueno poder expresar, y esperar encontrar, armonía, integridad, inteligencia, discernimiento, intuición y receptividad. Vivir estas cualidades trajo curación. Continuamente veía al Amor divino como una ayuda muy presente, que satisfacía mis necesidades humanas. 

Aprendí a seguir adelante, a no tratar de recuperar mi vida tal como había sido en el pasado, sino a dar la bienvenida a lo nuevo. Cuando Cristo Jesús sanaba, no se limitaba a restaurar las viejas costumbres y circunstancias de las personas; las vidas eran hechas nuevas. Un hombre que había estado ciego toda su vida y se había resignado a ser un mendigo, vulnerable e indefenso, puede haber creído, como otros lo hicieron, que su situación era el resultado de que él o sus padres habían pecado. Pero Jesús liberó completamente al hombre de esta vida de discapacidad y condenación. Jesús sabía que la vista era espiritual y permanente, gobernada por Dios e incapaz de ser destruida. Luego ungió los ojos del hombre con lodo y lo envió al agua fresca del estanque de Siloé para que se lavara. Para mí, esto ilustra que el hombre descubrió su verdadera naturaleza espiritual como hijo de Dios, el Espíritu, y esto restauró su capacidad de ver físicamente (véase Juan 9:1-11). Regresó a su comunidad no solo con la vista restaurada, sino también con nuevos puntos de vista acerca de su identidad. Su mundo cambió.

Con cada curación, Jesús demostró que la vida es espiritual y eterna y que no es complicada ni está limitada por las circunstancias materiales. Nos mostró que el universo del Espíritu es el verdadero y único universo y que es completamente bueno. Entonces y ahora, cada vida redimida y restaurada sobre la base de esta comprensión trae mayor esperanza para los demás.

Para mí, fue una subida empinada llegar a la cima de la montaña mental. Requirió  que supiera que tengo un propósito más grande que simplemente administrar detalles como el seguro y los problemas de herencia. A través de la oración persistente, ahora sé que es “imposible que el hombre pierda algo que es real, cuando Dios es todo y eternamente suyo” (Ciencia y Salud, pág. 302). No podemos perder el bien que es nuestro. Al reconocer que el bien es espiritual, que viene de Dios y está siempre presente y es indestructible, lo traemos al ahora de nuestra vida diaria.  

Siento una mayor compasión por aquellos que han pasado, o están pasando, por tiempos difíciles. Tengo una mayor disposición para amar a los demás durante esos momentos, asegurándoles que el Amor los sostendrá y los apoyará. Hay una generosidad de espíritu y una integridad de pensamiento que da desinteresadamente donde hay una necesidad, y todos podemos expresarla. 

¡Qué privilegio es amar a Dios y ser parte del ministerio sanador de Cristo! Descubrimos que hay bendiciones incluso en las cosas difíciles. El gozo llega cuando estamos dispuestos a levantar la cabeza por encima de cualquier situación humana triste o dura y descubrir que el amor, el cuidado y la guía de Dios han estado allí todo el tiempo.

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