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Momentos decisivos en el crecimiento espiritual

Plantada en Cristo

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 2 de junio de 2025


Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Todos, tarde o temprano, tienen que plantarse en Cristo, la idea verdadera de Dios” (pág. 54). Al pensar en mi experiencia, me doy cuenta de que no regresé a la Ciencia Cristiana, sino que me planté en ella.  

La Ciencia Cristiana se practicaba en mi casa desde que yo era niña. Mi mamá leía las Lecciones Bíblicas semanales del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y hablaba con la familia acerca de Dios y de ser sanado mediante la aplicación de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Pero vivíamos demasiado lejos de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, como para asistir a la Escuela Dominical con regularidad hasta que nos mudamos cuando yo estaba en el bachillerato.

Mi primera experiencia con la Ciencia Cristiana tiene un paralelo con la parábola del sembrador de Cristo Jesús (véase Mateo 13:3-8). En la parábola, las semillas que cayeron en suelo pedregoso crecieron por un tiempo, pero debido a que el suelo era tan poco profundo, las plantas no pudieron echar raíces y finalmente murieron. Jesús explicó a sus discípulos que la semilla representaba la Palabra de Dios.

Eso parecía ser lo que me pasaba a mí. Mi mamá hacía lo mejor que podía, pero estaba criando a cuatro hijos y lidiando con muchas responsabilidades diarias. E incluso después de que comencé a asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana de manera regular, mis prioridades eran ir a la escuela, trabajar a tiempo parcial y pasar el tiempo con novios. 

Antes de cumplir los veinte años, me casé y tuve un bebé. En un momento dado, debido a los desafíos familiares, me alejé por completo de la Ciencia Cristiana. Mi vida continuó con una serie de altibajos: otro hijo, un divorcio, otro matrimonio, otro hijo y otro divorcio.

Me había vuelto dependiente del alcohol y quería mucho liberarme de esta adicción. Pedí prestados algunos libros sobre cómo superarla y encontré algunos que hablaban de apoyarse en un poder superior. Yo quería hacer eso. Aunque nada en mi vida cambió como resultado de la lectura de esos libros, se estaba produciendo un cambio definitivo en mi pensamiento.

Comencé a leer las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana de nuevo; ¡eso sí, con una gran copa de vino junto a mí! No iba a la iglesia, a pesar de que había una iglesia de la Ciencia Cristiana a solo tres cuadras de mi casa. Sin embargo, mientras leía, esas semillas plantadas hacía tanto tiempo estaban siendo regadas.

Me mudé a otra parte del país, y nuevamente había una iglesia de la Ciencia Cristiana no muy lejos de nosotros. Cuando mi mamá vino a visitarme, pidió que fuéramos a la iglesia. Pensé: “Bueno, está bien, si insistes”. Mi mamá, mis hijos y yo asistimos al servicio. ¡Y me sentí como si hubiera vuelto a casa! Un miembro de la iglesia se acercó después y me preguntó si solo estábamos de visita en el área, y le  respondí que no, que mis hijos y yo vivíamos cerca. Él dijo: “Bueno, entonces nos vemos la próxima semana”. Y allí estuvimos.

Esas primeras semillas ahora eran nutridas y estaban creciendo. Asistía a todos los servicios dominicales y a las reuniones de testimonios de los miércoles. Los niños fueron matriculados en la Escuela Dominical. Estaba tan ansiosa por unirme a la iglesia que dejé de beber natural y completamente. Poco después de unirme a esa iglesia filial, tomé instrucción de Clase Primaria de la Ciencia Cristiana.

He llegado a amar la definición de año en el Glosario de Ciencia y Salud, parte de la cual es “espacio para el arrepentimiento” (pág. 598). En los años transcurridos desde mi regreso a la Ciencia Cristiana, ha habido mucho arrepentimiento —volver a Dios, el bien— en mi vida, y me he plantado firmemente en el Cristo, “la verdadera idea de Dios”. Mis raíces se han fortalecido, ampliando mi comprensión y permitiéndome elevar cada vez más alto mi pensamiento y ver el fruto de estos esfuerzos.

He adquirido un profundo amor por la iglesia, y participado en muchas de sus  diferentes actividades. He tenido numerosas curaciones, algunas de las cuales han sido publicadas en las revistas de la Ciencia Cristiana. Tuve el honor de servir como Comité de Publicación de mi estado durante varios años. Y mi amor por la Ciencia Cristiana y la humanidad me llevó a la práctica de curación pública de la Ciencia Cristiana a tiempo completo.

Puede que mi vida no sea un lecho de rosas, pero estoy plantada en Cristo con tanta firmeza que, sin importar el desafío, sé que puedo resistir cualquier tormenta y no ser arrancada de raíz, ¡gracias a Dios!

Una cosa hermosa que he llegado a comprender es que tanto la semilla como el potencial para nutrir su crecimiento están presentes en cada hombre, mujer y niño; ya sea que se reconozca actualmente o no, y que Dios guiará el desarrollo de la semilla. 

Así que no te preocupes. La semilla está dentro de ti. Puedes nutrirla esforzándote fervientemente por comprender a Dios, y crecerá, plantada y arraigada en el Cristo, la Verdad.

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