La primera vez que escuché hablar de la Ciencia Cristiana fue en 2010, y a través del estudio y la práctica de esta Ciencia, he aprendido a confiar en Dios para sanar. Con el corazón lleno de gratitud, quiero compartir una de las muchas curaciones que he tenido.
Cuando mi ciclo menstrual comenzó en mi adolescencia, a veces era irregular y doloroso. Mi doctora dijo que esto se debía a desequilibrios hormonales y me recetó medicamentos. Pero no había una solución permanente. Durante mi período, a menudo experimentaba agudo dolor de estómago, vómitos, fiebre y dolores corporales. A veces, los síntomas eran tan graves que interferían con mis actividades diarias.
Después de comenzar a estudiar la Ciencia Cristiana, empecé a orar por mí misma, utilizando las verdades espirituales que estaba aprendiendo. A veces llamaba a un practicista de la Ciencia Cristiana para que también orara por mí. Por lo general, esto traía un alivio rápido de las molestias físicas, pero el problema no se sanaba por completo.