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Saber acerca de Dios nos ayuda a aprender

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 26 de mayo de 2025


Podríamos preguntarnos: “¿Por qué es importante comprender a Dios?”. El libro de Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, da una respuesta: “Si comprendiésemos a Dios en vez de meramente creer en Él, esta comprensión establecería la salud” (pág. 203).   

Si tomamos la salud en su sentido más amplio, hablamos de salud no solo del cuerpo y la mente, sino también de la iglesia, la comunidad, el medio ambiente, las relaciones y otras esferas de la vida. A la luz de esto, es aún más claro por qué comprender a Dios es sumamente importante.

Una manera de comprender más plenamente a Dios, el Espíritu, y aprender acerca de Su naturaleza es pensar profundamente en las cualidades de Dios —las cuales son espirituales— reconocer que naturalmente expresamos esas cualidades como descendientes de Dios y ponerlas en práctica en nuestra vida. A lo largo de muchos años, esta práctica ha mejorado muchos aspectos de mi vida. Un ejemplo significativo es cómo mi capacidad de aprender mejoró cuando era niña y continúa incluso hoy.

Cuando tenía seis años, nuestra familia se mudó de Cuba a Inglaterra y no me iba bien en la escuela. Hablaba inglés, así que no había ningún problema con el idioma, pero la pequeña escuela privada a la que iba clasificaba a los estudiantes, y yo estaba casi al final. Mi hermana mayor vino de visita en el momento en que dieron a conocer el rango de la clase y le dijo a mi madre que tenía que hacer algo con mis resultados escolares.

Y eso es lo que hizo mi madre. Le escribió a un practicista de la Ciencia Cristiana que conocía en Jamaica. El practicista compartió con ella varias citas muy útiles de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy. También le contó una experiencia que había tenido durante la Segunda Guerra Mundial en la que resolvió un problema de ingeniería más allá de su rango de conocimiento al comprender que Dios es Mente. Esto me ayudó a ver que la cualidad espiritual de la inteligencia no proviene del cerebro; proviene de la Mente divina, la fuente de toda habilidad e inteligencia reales. Por lo tanto, la competencia, la fuerza, la habilidad y el poder moral provienen directa y exclusivamente de Dios. Cristo Jesús, en particular, demostró que somos capaces porque Dios es capaz y es la fuente de todas nuestras habilidades.

Una cita que compartió era de Ciencia y Salud: “Deberíamos apartar la vista de la suposición opuesta de que el hombre es creado materialmente, y volver nuestra mirada hacia el registro espiritual de la creación, hacia aquello que debería estar grabado en el entendimiento y en el corazón ‘con punta de diamante’ y la pluma de un ángel” (pág. 521).

Otra idea útil fue del libro de Hebreos en la Biblia: “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (4:12).

Pensé mucho en estas ideas y las hablé con mi madre. Llegué a comprender que, por ser la expresión de Dios, la Mente, estaba “grabada” con toda la comprensión y el corazón que necesitaba. ¡Realmente me encantaron esas imágenes de la pluma de un ángel, la espada de dos filos y la punta de un diamante! El concepto de la agudeza, el carácter indeleble de Dios y Su gobierno me dejó una impresión perdurable. Cuando salió la siguiente lista de clases y mi siguiente boletín de calificaciones, yo era una de las mejores estudiantes. Para cuando llegó el siguiente boletín de calificaciones, yo era la número uno en la lista.

Años más tarde, me enteré de que cuando vivíamos en Cuba me habían hecho una prueba de coeficiente intelectual, y los resultados indicaban que siempre sería lenta para aprender y tendría problemas en la escuela. Pero después de mi experiencia de pensar profundamente acerca de Dios, la cualidad espiritual de la inteligencia y mi expresión natural de esa cualidad como hija de Dios, no tuve más problemas en la escuela. Me gradué en el 4 por ciento superior de mi clase del bachillerato de 890 estudiantes y completé un título universitario de dos años en un año. Más tarde, durante muchos años, ocupé con éxito un trabajo que normalmente habría requerido una maestría, a pesar de que no tenía ni siquiera un título universitario de cuatro años, mucho menos una maestría en administración de empresas. 

Hoy en día, sigo orando activamente acerca de diversas cualidades de Dios para mejorar mi comprensión y demostración de ellas. Continúo expresando las cualidades de la Mente divina al aprender cosas nuevas. Después de jubilarme hace siete años, aprendí nuevas habilidades de la web y pude rehacer el sitio web de mi iglesia filial. También me capacitaron recientemente para encargarme de la tecnología para nuestras reuniones de la iglesia de los miércoles por la noche, y me ha ido bien en la consola de sonido con sus controles de audio y la integración con Zoom para los asistentes remotos.

De hecho, estoy muy agradecida por esta continua manifestación de la generosidad de la Mente.

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