¿Te encuentras a veces, como yo, investigando por qué no te sientes bien, quién o qué podría tener la culpa y qué salió mal para hacerte sufrir de esta manera?
Hablando de mi propia experiencia, al buscar una causa, nos convertimos en un hámster sobre una rueda. Parece que estamos haciendo mucho, pero no llegamos a ninguna parte. Esta mentalidad de la “rueda del hámster” pone el problema en el centro y hace que todo gire en torno a él. Argumenta a favor de la realidad de la enfermedad y la falta de armonía. Este punto de vista se transforma en una trampa. Nos engañaría para que tratáramos de usar la oración como una forma de deshacernos de un problema en lugar de ver el problema por lo que es: una mentira acerca de nuestra salud y santidad, verdaderas y presentes; nuestra semejanza a Dios.
Hay un dicho muy conocido: “Los problemas no se pueden resolver con la misma mentalidad que los creó”. Nuestro pensamiento tiene que cambiar. La práctica sanadora de Mary Baker Eddy, quien descubrió y fundó la Ciencia Cristiana, corroboró esto. Ella no sanaba sobre la base de que un problema era real, ni usaba la oración para arreglar algo. Más bien, sanaba sobre la base de que Dios es el Amor infinito y que el hombre (es decir, todos los hombres y mujeres) es la idea de Dios, la expresión de la bondad divina. La Sra. Eddy reconocía que la integridad y perfección de Dios y Su creación, a la que Él ama por completo, excluye toda posibilidad de enfermedad o discordia. Con esta comprensión, sanaba problemas de todo tipo.
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