¡Oh, qué divertido ir de vacaciones con la familia, con el buceo como evento principal! Yo nunca había buceado, pero sonaba genial: ver muchos peces de colores y corales en la paz de las profundidades del agua. Las fotos y videos sobre el buceo lo hicieron parecer fácil. Entrené en una piscina durante un par de días, luego salí a bucear de verdad.
El maestro de buceo prometió quedarse conmigo todo el tiempo, pero pronto tuvo que ir a ayudar a otro buceador. De repente me quedé sola: insegura y simplemente asustada de estar a tanta profundidad en el agua.
Como había crecido asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, me pareció natural acudir a Dios en busca de ayuda. A lo largo de los años, había memorizado varios versículos de la Biblia e himnos que significaban mucho para mí. También había aprendido que los ángeles son pensamientos que nos vienen de Dios para ayudarnos a sentir Su guía amorosa y protección en cualquier situación. Así que me volví a Dios de todo corazón y escuché a los ángeles.
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