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Para jóvenes

¿Sientes miedo? Dios está allí

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 13 de enero de 2025


¡Oh, qué divertido ir de vacaciones con la familia, con el buceo como evento principal! Yo nunca había buceado, pero sonaba genial: ver muchos peces de colores y corales en la paz de las profundidades del agua. Las fotos y videos sobre el buceo lo hicieron parecer fácil. Entrené en una piscina durante un par de días, luego salí a bucear de verdad. 

El maestro de buceo prometió quedarse conmigo todo el tiempo, pero pronto tuvo que ir a ayudar a otro buceador. De repente me quedé sola: insegura y simplemente asustada de estar a tanta profundidad en el agua.

Como había crecido asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, me pareció natural acudir a Dios en busca de ayuda. A lo largo de los años, había memorizado varios versículos de la Biblia e himnos que significaban mucho para mí. También había aprendido que los ángeles son pensamientos que nos vienen de Dios para ayudarnos a sentir Su guía amorosa y protección en cualquier situación. Así que me volví a Dios de todo corazón y escuché a los ángeles.

Primero vino la amorosa certeza del Salmo 139 en la Biblia de que Dios está en todas partes y nunca me abandonará. Dice: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? … Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra” (versículos 7, 9, 10).

Bueno, ¡ciertamente estaba en el extremo del mar! Este pasaje me ayudó a recordar que Dios estaba allí conmigo, abrazándome en Su amor.

“Está bien, entonces Tú estás aquí, Dios”, le dije. “¡Pero sigo teniendo miedo!” 

Luego vino un mensaje reconfortante de la carta de Pablo a los Romanos de que nunca podría separarme de Dios y de Su cuidado y amor, pasara lo que pasara. Ese pasaje dice: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? … Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:35, 37-39).

Me sentía más tranquila, pero no había ganado del todo la batalla contra el temor. Entonces me vinieron a la mente estas palabras del Himnario de la Ciencia Cristiana:

Él sabe qué necesitáis;
Sus ángeles vendrán
y a todos guardarán.
(Violet Hay, N.° 9, © CSBD) 

Sabía que eso era absolutamente cierto porque lo estaba experimentando con cada oración. En ese momento, un hermoso pez se acercó y comenzó a nadar a mi alrededor. Sentía que me hacía compañía. ¡Y era un pez ángel! Me relajé por completo y disfruté pasar el rato con mi “ángel”, quien era de hecho una expresión del consuelo, la protección y la guía de Dios. El miedo había desaparecido por completo y pude disfrutar del resto del buceo y de la belleza que me rodeaba. 

Esta experiencia ha permanecido conmigo durante mucho tiempo, recordándome la presencia constante de Dios y su ayuda infalible. Sus ángeles continúan consolándome, protegiéndome y guiándome, ¡y a todos nosotros!

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