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Supera dolor crónico en la iglesia

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 13 de octubre de 2025


Hace algunos años, durante un servicio de la iglesia de la Ciencia Cristiana, tuve una curación instantánea de un problema estomacal crónico. Esto me mostró una forma en que la Iglesia, como se define en el Glosario del libro de texto de la Ciencia Cristiana, “da prueba de su utilidad” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 583).

Durante unos dos años, había soportado extremas molestias en el estómago con regularidad. Parecía volverse más agudo cada vez que tenía hambre, y había desarrollado el hábito de mantener una provisión de bocadillos en mi bolso para evitar el dolor. Pero al mismo tiempo, oraba constantemente, esperando que el amor de Dios me sanara a medida que crecía espiritualmente a través de mi estudio de la Ciencia Cristiana. Este himno del Himnario de la Ciencia Cristiana captura algunas de las ideas con las que estaba orando:

Ven, Espíritu divino,
la semilla a bendecir;
que Tu gracia el hombre herede,
dale fuerzas y valor.
Con el santo Evangelio
Tu abundancia es nuestra ya.

Que Tus santas bendiciones
todos puedan disfrutar;
que Tu amor el mundo tenga
y reciba Tu verdad.
Hoy y siempre viviremos
alabando Tu poder.

(Jonathan Evans, alt., N.° 42)

Hubo momentos inspiradores en los que mi oración me mostró que podía estar segura de que sanaría. También hubo momentos difíciles: arrodillarme mentalmente y preguntarle a Dios qué más necesitaba saber para que se completara esta curación. 

Un domingo por la mañana, asistí a la iglesia como de costumbre. Había sido una mañana particularmente ocupada para mí antes de llegar a la iglesia, y justo cuando comenzaba el servicio, me di cuenta de que me había olvidado de desayunar o traer bocadillos conmigo. Tenía mucho temor, anticipando que el dolor de estómago se manifestaría en cualquier momento. Comencé a pensar en dejar el servicio para comer algo cerca, pero antes de que pudiera terminar ese pensamiento, este nuevo pensamiento espiritual lo corrigió: “¡Tengo hambre del Espíritu y estoy llena!”.

Todo el miedo me abandonó al instante, reemplazado por una profunda calma. Pude mantenerme completamente enfocada en el servicio de la iglesia y su mensaje sanador. Este fue el final de la queja: sané por completo durante ese servicio de la iglesia. Esto fue hace más de veinte años.

Esa intuición espiritual que me vino como un pensamiento sanador es similar a una promesa que Cristo Jesús hizo en el Sermón del Monte: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). Mi experiencia muestra que esta verdad espiritual, muy conocida para cualquier estudiante de la Biblia, continúa siendo demostrable en nuestras vidas hoy.

Atribuyo esta curación al estudio constante de la Ciencia Cristiana y a la expectativa de curación. El Espíritu, Dios, está siempre presente y listo para sanar el pensamiento receptivo. Como escribe la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “El Espíritu bendice al hombre, pero el hombre no sabe ‘de dónde viene’. Por medio de Él, los enfermos son sanados, los afligidos son consolados y los pecadores son reformados. Estos son los efectos de un único Dios universal, el bien invisible que mora en la Ciencia eterna” (pág. 78).

Dios, el Espíritu, realmente nos alimenta. La expectativa persistente de curación y el estudio dedicado de la Ciencia Cristiana llevaron a un momento de inspiración que permitió que la curación fuera completa. Estoy muy agradecida a Cristo Jesús por abrir el camino para que el mundo conozca la curación y a la Sra. Eddy por su desinteresado servicio de fundar la Iglesia basada en sus enseñanzas que trajeron curación a mi vida.

Verónica Kline
Beverly, Massachusetts, EE. UU.

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