Hace algunos años, durante un servicio de la iglesia de la Ciencia Cristiana, tuve una curación instantánea de un problema estomacal crónico. Esto me mostró una forma en que la Iglesia, como se define en el Glosario del libro de texto de la Ciencia Cristiana, “da prueba de su utilidad” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 583).
Durante unos dos años, había soportado extremas molestias en el estómago con regularidad. Parecía volverse más agudo cada vez que tenía hambre, y había desarrollado el hábito de mantener una provisión de bocadillos en mi bolso para evitar el dolor. Pero al mismo tiempo, oraba constantemente, esperando que el amor de Dios me sanara a medida que crecía espiritualmente a través de mi estudio de la Ciencia Cristiana. Este himno del Himnario de la Ciencia Cristiana captura algunas de las ideas con las que estaba orando:
Ven, Espíritu divino,
la semilla a bendecir;
que Tu gracia el hombre herede,
dale fuerzas y valor.
Con el santo Evangelio
Tu abundancia es nuestra ya.