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Tú puedes ayudar a sanar la agitación política

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 8 de septiembre de 2025


Hoy en día, los informes de noticias casi siempre incluyen relatos de disturbios, así como situaciones y actos que muchos sienten que son amenazas a los principios democráticos y a un gobierno justo. Al ver estos informes, a veces me he sentido un poco como el personaje bíblico Job cuando dijo: “Me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). 

Para los ciudadanos, hay canales a través de los cuales hacer oír nuestras voces. Estos son útiles, pero cuando la necesidad parece extrema, ¿son suficientes estos canales?

Como Científico Cristiano, cada vez que he enfrentado circunstancias que podrían dañar a mi familia o a mí, he descubierto que el poder de la oración puede traer una solución. Estas circunstancias han incluido la pérdida del trabajo, complicaciones con el nacimiento de nuestros hijos, desafíos profesionales, problemas de salud, dificultades financieras, extrema depresión y soledad. Estas curaciones me demostraron que Dios nos ayuda individualmente en tiempos difíciles. Entonces, ¿por qué no ayudaría con los problemas que la humanidad enfrenta colectivamente en este o en cualquier otro momento?

La incertidumbre acerca de la disposición y la capacidad de Dios para ayudarnos con problemas a gran escala puede provenir de la maraña de opiniones humanas detrás de la discordia política actual. Muchos tienden a creer que, para sanar el descontrol, necesitan orar a Dios para que resuelva las cosas de acuerdo con la opinión personal de ellos. Pero la Ciencia Cristiana enseña que la ley del Amor, Dios, restaura la armonía y satisface todas las necesidades de acuerdo con la sabiduría divina, no con la opinión humana.

La vida y las enseñanzas de Cristo Jesús ilustran esto. Durante su ministerio, estuvo rodeado de grupos políticos y religiosos que rivalizaban entre sí: los romanos, los fariseos, los saduceos, los herodianos, los esenios y los zelotes. A pesar de todos los diferentes elementos que competían por tener influencia, él reconoció solamente un poder: Dios.

Las oraciones, las enseñanzas y la obra de Jesús mostraron a quienes lo rodeaban que Dios, el bien, es el único poder. Probó el poder total de Dios al sanar, alimentar multitudes, calmar las tormentas e incluso resucitar muertos. Y lo afirmó cuando fue llevado ante Pilato para que lo juzgaran antes de su crucifixión. Cuando Jesús no contestó a algunas de las preguntas de Pilato, este le preguntó: ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?”. Jesús respondió: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba” (Juan 19:10, 11).  

E incluso algunos que no eran seguidores de Jesús parecían reconocer esto. Poco después de la ascensión de Jesús, Pedro y los otros apóstoles fueron juzgados ante el Sanedrín, la asamblea judicial judía más alta, por su predicación cristiana. Cuando parecía probable que matarían a los apóstoles, Gamaliel, un miembro muy respetado del concilio, abogó por dejarlos en paz. Razonó: “Si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios” (Hechos 5:38, 39).

Claramente, la clave para sanar la lucha política no es orar por la derrota o la victoria de ningún partido en particular, sino adoptar la firme convicción de Jesús de que Dios es el único poder. La ley de Dios, el bien, opera incesantemente para producir y defender la justicia. Si una acción es injusta, es impotente porque no es buena y, por lo tanto, no es de Dios. 

La oración firmemente arraigada en la verdad de la omnipotencia y la justicia de Dios trae curación y soluciones armoniosas. El libro de texto de la Ciencia Cristiana, escrito por Mary Baker Eddy, lo confirma: “¿No hay permiso divino para vencer toda clase de discordancia con la armonía, con la Verdad y el Amor?

“Deberíamos recordar que la Vida es Dios, y que Dios es omnipotente” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 394).

Hace algunos años, un buen amigo mío pudo demostrarlo en su puesto de funcionario de alto nivel. En un momento dado, la persona a cargo de la oficina donde trabajaba fue censurada y finalmente despedida. Mi amigo fue entonces designado para reemplazar a su antiguo jefe. Pero luego, después de las siguientes elecciones, a la persona que había sido despedida se le dio un puesto como designado político que lo convirtió en el superior inmediato de mi amigo.

Muy rápidamente quedó claro que el ex jefe de mi amigo tenía una gran animosidad contra él. Hacía difícil que mi amigo cumpliera con sus responsabilidades, algunas de las cuales eran obligatorias por ley. Se negó, por ejemplo, a autorizar los procedimientos de recopilación y análisis de datos necesarios para producir un informe, sabiendo que mi amigo sería considerado responsable, y posiblemente despedido, si el informe no estaba completo. 

El impacto en la familia y la situación financiera de mi amigo podría haber sido devastador. Colegas y otras personas que sabían lo que estaba pasando lo instaron a buscar una adjudicación para abordar la injusticia. 

Pero mi amigo optó por orar, como lo había hecho a lo largo de su vida al enfrentar desafíos. Continuó su compromiso con esta oración en el transcurso del año siguiente.

Primero, se negó a ver a su superior de manera negativa. Sus oraciones afirmaban que este individuo era el hombre de la creación de Dios, tal como lo es todo el mundo. Fue increíblemente difícil, pero no permitió que ninguna otra visión de su supervisor entrara en su pensamiento, expresara alguna crítica hacia él o reaccionara a sus provocaciones. 

Mi amigo también se aferraba a la idea de que los actos de su superior hacia él no podían tener poder sobre el trabajo de su departamento o el bienestar de él o su familia. La siguiente cita de Ciencia y Salud se convirtió en un faro de luz para él: “Cuanto más difícil parezca la circunstancia material a ser vencida por el Espíritu, tanto más fuerte debe­ría ser nuestra fe y tanto más puro nuestro amor” (pág. 410).  

No solo su trabajo no se vio afectado, sino que al final del año, el éxito de su trabajo fue reconocido al recibir la bonificación más grande otorgada por su organización. Casi al mismo tiempo, su superior dejó el departamento.

Comprometerse y perseverar en la verdad del ser, fundada en el hecho del poder total de Dios y la completa impotencia del mal, puede ayudar a sanar la agitación política.

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