A menudo me gusta pensar en el siguiente requisito del Manual de la Iglesia Madre: “Será deber de los miembros de La Iglesia Madre y de sus filiales promover paz en la tierra y buena voluntad para con los hombres; . . . deberán esforzarse por promover el bienestar de toda la humanidad demostrando las reglas del Amor divino” (Mary Baker Eddy, pág. 45).
Pienso que este requisito nos da la oportunidad perfecta para poner en práctica nuestro amor hacia nuestros semejantes al compartir la Ciencia Cristiana con ellos. Me di cuenta de esto durante un momento de frustración, cuando añoraba acercarme más a mi comunidad.
Cuando me nombraron Bibliotecaria de la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana en la iglesia de la cual yo era miembro, estaba muy entusiasmada. Limpiamos los muebles y estantes, armamos nuevas exhibiciones para las vidrieras y modernizamos el área de estudio. Toda esta actividad se sintió muy gratificante. Pensé que todo ese esfuerzo ayudaría a aumentar las ventas y atraería a los visitantes.