En la Ciencia Cristiana aprendemos que Dios es omnipotente, omnisciente, omnipresente. Y puesto que Dios es bueno, naturalmente esperaríamos que Su gobierno fuera bueno, que fuera justo y equitativo, que expresara bondad, honestidad, incorruptibilidad.
Como dice la Biblia: “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Génesis 18:25).
Entonces, ¿cómo experimentamos esta realidad en nuestra vida diaria? Podemos comenzar reconociendo lo que es verdad. “El punto de partida de la Ciencia divina es que Dios, el Espíritu, es Todo-en-todo y que no hay otro poder ni otra Mente —que Dios es Amor y por lo tanto, Él es Principio divino—”, escribe Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. “Para comprender la realidad y el orden del ser en su Ciencia, tienes que empezar por reconocer a Dios como el Principio divino de todo lo que realmente es” (pág. 275).