Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

¿Dónde está Dios cuando suceden cosas malas?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 14 de marzo de 2022


Desde la pandemia hasta la división política y los desastres climáticos, las noticias de hoy plantean la pregunta “¿Dónde está Dios cuando suceden cosas malas?” Y si Dios está aquí, ¿por qué no parece hacer una diferencia? En esta conversación, originalmente grabada en inglés, Scott Preller y Ethel Baker hablan de una visión diferente de Dios que puede ayudarte a experimentar el tipo de estabilidad que todos queremos hoy en día.


Ethel Baker: ¡Hola! Bienvenidos a Sentinel Watch, una producción semanal del Christian Science Sentinel. Yo soy Ethel Baker. Es difícil leer un periódico o encender el televisor sin escuchar no solo malas noticias, sino noticias devastadoras y aparentemente insuperables; desde la pandemia hasta las guerras civiles, de divisiones políticas a los desastres climáticos. Estos sucesos plantean grandes preguntas a una gran cantidad de gente. ¿Dónde está Dios cuando suceden cosas malas? Así que hemos decidido que esa pregunta sea nuestro enfoque este mes en Sentinel Watch. Y para explorar este tema, hoy está conmigo Scott Preller. Scott es practicista y maestro de la Ciencia Cristiana desde hace mucho tiempo. Actualmente, también es miembro de la Junta Directiva de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts.

Es fantástico poder hablar contigo hoy, Scott. Gracias por venir. 

Scott Preller: Es un placer estar contigo. 

Bueno, entonces comencemos con la gran pregunta. ¿Dónde está Dios en los malos momentos? 

Cuanto más he pensado en esa pregunta, más me he dado cuenta de que para encontrar una respuesta significativa, primero tenemos que pasar un tiempo contemplando la pregunta en sí. A simple vista, puede parecer que proviene de alguien que está convencido de que no hay Dios, todo es horrible y sombrío, y la pregunta misma puede parecer más una acusación que un verdadero interrogante. Pero cuando pensé en ella desde esa perspectiva, caí en la cuenta de que aquí estamos conversando sobre Dios en un programa de la Ciencia Cristiana. Así que uno siente que tiene que defender esto y argumentar en contra de ese punto de vista. Entonces me di cuenta de que esa no ha sido mi experiencia con esta pregunta. 

Pienso que cuando la pregunta se hace honestamente, proviene más a menudo de la perspectiva de la fe. Ciertamente, ese ha sido mi caso cuando he tenido que lidiar con esa pregunta en diferentes momentos de mi vida. Creo que la mayoría de las personas que realmente se lo preguntan son individuos que han experimentado algo más que los límites de la vida material. Los ha embargado, por ejemplo, un sentido de amor que saben que es más de lo que el sentido material de la vida puede conocer; o han experimentado la inspiración de la creatividad individual de una forma que los hace darse cuenta de que han encontrado una fuente de inteligencia que va más allá de lo que el cerebro puede discernir, o quizá han experimentado una curación física mediante la oración de una manera que los hizo sentir completamente rebosantes de gratitud por la naturaleza y el poder del bien. 

En otras palabras, han experimentado la presencia de Dios de un modo real, como algo real, no como un tema de discusión. Sin embargo, en algún momento también han tenido que enfrentarse cara a cara con una situación que no cedió fácilmente a la oración, o vieron o experimentaron alguna tragedia o desastre que los hizo preguntarse naturalmente: “Si Dios es totalmente bueno y todopoderoso, ¿por qué está sucediendo esta cosa terrible? ¿Por qué Dios lo permitió?”. 

Ahora bien, esa es una pregunta honesta, una que cada uno de nosotros tiene que enfrentar y pensar detenidamente en ella. De hecho, no conozco a nadie con una fe realmente profunda que no haya tenido que lidiar con esa pregunta y a veces en repetidas ocasiones, porque la respuesta breve es que Dios está aquí mismo. Ahí es donde Dios está cuando suceden cosas malas, y continúa amándonos, siendo todopoderoso y del todo bueno. 

Es como preguntar, ¿A dónde se fue el sol en un día nublado? Está ahí; lo que realmente hay que explorar y responder es lo que se exige de nosotros para poder sentirlo, a pesar de las cosas que describiste que suceden en las noticias. 

Bueno, entonces déjame preguntarte esto. Dijiste que Dios es omnipresente y omnipotente. Como sabes, muchas religiones usan esas palabras para describir a Dios. Sin embargo, también existe la impresión de que Dios es una especie de persona grande, como un gran ser humano en el cielo o a cierta distancia. Y estamos suplicándole. Le estamos pidiendo que nos ayude, que nos rescate. Y lo que estás describiendo es un sentido diferente de Dios. ¿Puedes explicar más detalladamente qué es Dios según la Ciencia Cristiana? 

Claro. En la Ciencia Cristiana, que se basa totalmente en la Biblia y particularmente en el ministerio y las enseñanzas de Cristo Jesús, vemos en su obra sanadora que la fuerza, el poder, la presencia del bien eran supremos en todo lo que él hacía cuando se encontraba con la enfermedad, cuando se encontraba con cosas malignas. En los Evangelios, nunca ves que presenten a Jesús diciendo: “Bueno, eso es demasiado difícil. Lo siento, no puedo hacer nada al respecto”. 

Más bien, lo que cede es la magnitud del problema, sea lo que sea, y en ese ministerio y en la enseñanza de Jesús, también se espera que nosotros experimentemos esta presencia del Reino de Dios. Quiero decir que realmente de eso se trata la fe, ¿no es así? En muchos sentidos está diciendo: “Mira, hay algo más de lo que puedes percibir y del entorno material que enfrentamos, y ese algo más es realmente sustancial”. Y en las enseñanzas de Cristo Jesús, la Ciencia Cristiana explica que ves que este bien opera como una ley, como el principio divino operativo. 

Bueno, has estado hablando de Cristo Jesús y la Biblia a la luz de esta pregunta: ¿Dónde está Dios cuando suceden cosas malas? ¿Puedes detallar un poco más respecto al fundamento que la Ciencia Cristiana presenta acerca de la fiabilidad de Dios? 

Sí. Una de las cosas que me encanta de la Biblia es que realmente abarca toda la experiencia humana. Y te das cuenta de que, de muchas maneras, las preguntas con las que lidiamos hoy sobre la existencia no son nuevas para nosotros; como tampoco lo son estas preguntas acerca de dónde está Dios cuando suceden cosas malas. Hay innumerables situaciones en las que los personajes de la Biblia tuvieron que luchar con eso. 

Creo que uno de los lugares a los que la gente recurre a menudo hoy en día —buscan en la Biblia para comprender esto— es la historia de Job, por ejemplo; porque Job representa a una persona de una fe perfecta, totalmente íntegra, que ama a Dios, odia el mal y tiene todas las bendiciones que uno cree que vendrían con eso. Tiene una gran riqueza. Tiene una familia sana. Tiene muchos hijos y muchas posesiones. Job describe este tipo de desafío entre Dios y el diablo donde este último dice: “Bueno, está bien; él cree en Ti, Dios, porque todo le va muy bien. Pero ¿qué pasaría si las cosas no le fueran tan bien?”.

Y así, en el transcurso de solo unos pocos capítulos iniciales de Job, vemos que pasa de ver que todo le va maravillosamente bien a descubrir que le roban y destruyen todas sus posesiones; que todos sus hijos mueren en una tormenta violenta y, finalmente, él mismo se enferma. Y en el cuadro final, lo tenemos sentado sobre las cenizas, rascando una herida que no sana. Y el resto de la historia de Job trata de su lucha con estas preguntas “¿Cómo puede ser justo todo esto? ¿Qué sentido tiene?” 

En este relato, vienen todos los amigos de Job y le presentan muchas explicaciones teológicas convencionales de por qué están sucediendo las cosas. Ellos representan casi el mismo tipo de argumentos por los que nosotros podemos pasar cuando luchamos con el siguiente “¿Cómo puedo explicar por qué todo iba muy bien y ahora va tan mal?” Es decir, “¿Por qué Dios no arregla esto?” Y se acercan a Job y argumentan: “Bueno, debes de haber hecho algo para merecer esto; simplemente no sabemos qué es. O, tal vez si le preguntaras a Dios correctamente, Él lo arreglaría. Ya sabes, no puedes conocer los caminos de Dios. Y, como Dios es bueno y solo castiga el pecado, el hecho de que estés pasando por esto significa, por supuesto, que has pecado”. Y Job no cede a esto, ya que es como una mala teología basada en las suposiciones de que las cosas por las que él está atravesando son válidas. 

Sin embargo, Job continúa defendiendo su fe, su rectitud ante Dios. Y, para acortar una historia larga, al final, lo que sucede con Job es algo que pienso nos sucede a la mayoría de nosotros cuando realmente hemos tenido que luchar con esta pregunta. Por eso digo que es una cuestión de fe, porque cuando realmente luchas con ella, a menudo se convierte en la ocasión para fortalecer nuestra comprensión de Dios. Y eso le ocurrió a Job. Tuvo que darse cuenta y aceptar que la infinitud de Dios, la realidad de Dios, sin importar por lo que él hubiera pasado, era una realidad que tenía que aceptar, y cuando lo hizo, todo cambió. 

En otras palabras, tenía que asegurarse de que su fe en Dios fuera de todo corazón, en lugar de sentirse impresionado por todas las cosas que le habían sucedido. Y el relato bíblico termina diciendo que finalmente acabó teniendo el doble de lo que tenía antes, y Dios lo bendijo aún más. 

Pienso que esa historia es significativa porque muestra que la consciencia humana siempre ha tenido que luchar con esto. Creo que, particularmente en los relatos de los Evangelios en la Biblia, este sentido de la coherencia y bondad de Dios se afirma a lo largo del ministerio de Cristo Jesús.

Como sabes, en Marcos está el relato de cuando Jesús estaba en una tormenta con los discípulos. Jesús está dormido en la parte trasera de la barca. Y sus discípulos van y dicen: “¿Por qué no te preocupas por nosotros? ¿No ves nuestra tormenta?”. Y él básicamente responde: “No, ¿no ves mi paz?”. Y calma la tormenta [véase Marcos 4:36-41]. 

Y creo que este acontecimiento nos enseña, si lo permitimos, que cuando te enfrentas a estas cosas horribles, o bien te impresionan o trabajas para que te impresione la presencia de Dios, y eso puede cambiar la situación. Y la Ciencia Cristiana se esfuerza por abordar su enseñanza desde un método científico. Es decir, lo pruebas, experimentas, exploras, pero lo haces basándote en leyes que comprendes. Y la Ciencia Cristiana se acerca a esto con el sentido de que Dios es totalmente bueno, todopoderoso, e insiste en que, por lo tanto, Dios no tiene nada que ver con los males o calamidades, el mundo material y todos sus problemas. Esa no es la materia prima de Dios para hacer Su voluntad. La experiencia de Dios es dejarnos experimentar Sus cualidades espirituales. Y de ese modo la Ciencia Cristiana nos invita a cambiar nuestra perspectiva. 

Pienso que mucho de lo que podemos hablar hoy aquí, cuando lidiamos con esa pregunta de “¿Dónde está Dios cuando suceden cosas malas?”, es sobre la necesidad de que revirtamos algunas de esas preguntas y las suposiciones en las que se basan. De esa manera, la Ciencia Cristiana nos invita a cambiar la perspectiva desde la que estamos pensando —desde mirar y quedar impresionados por las terribles circunstancias que nos rodean y luego decidir en función de esas circunstancias cómo nos sentimos acerca de Dios— hasta mirar, en cambio, a Dios, comprender y sentir Su presencia y dejar que la realidad de Dios desafíe el modo en que nos sentimos respecto a las condiciones en las que estamos. Y muy a menudo eso es lo que ha traído curación. Eso es lo que trajo curación en la Biblia. Es lo que ha sanado a generaciones de Científicos Cristianos. 

Así que realmente estás hablando de un cambio radical en la perspectiva. Como dijiste, es una definición de realidad diferente a la típica. Yo diría que la gran mayoría puede sentir que el mundo es una mezcla de bien y mal y que nosotros mismos lo somos. Y que estamos tratando de hacer malabarismos con este panorama bueno y malo todo el tiempo. Y cuando se nos va de las manos, podemos recurrir a este percibido Ser Supremo que parece lejano. Pero estás diciendo que Dios está aquí mismo. Estamos en medio de Dios, de hecho, y somos nosotros los que necesitamos cambiar cómo vemos, cómo nos vemos a nosotros mismos y a Dios. 

Sí, y esta idea de que estamos en medio del verdadero mal y el verdadero bien es como una especie de partido de tenis interminable que va y viene. Y en nuestra experiencia es algo que, francamente, es muy agotador y en realidad nunca nos lleva a ninguna parte. Pero cuando analizas la naturaleza de las pretensiones del mundo material y demás, y analizas la naturaleza de las afirmaciones de Dios, realmente ves que no permiten espacio el uno para el otro. En otras palabras, no lo hacen. No hay nada en ellos que procure convivir de alguna manera realista. El hecho es que el mundo material dice que todo es materia. Eso es lo único que hay. Eso es lo único que puedes saber. Eso es lo único a lo que estás sujeto. Y una de las cosas que el cristianismo nos muestra es que no es así; es completamente al revés. 

La realidad es lo que hay es Dios y la creación de Dios creada a semejanza de Dios, expresando el mismo amor y bondad. Y debido a eso, cuando hablamos de esta realidad diferente, en verdad no es una realidad desconocida. Puedes hablar con cualquiera y saben cómo es el amor. Saben cómo es la honestidad. Saben cómo es la inteligencia. Y estas son las cualidades de Dios. Son la realidad ahora mismo. 

¿Podrías darnos un ejemplo de cómo funciona esto en la vida personal, en una experiencia particular? 

Claro. Antes, cuando mencioné a Job, recordé que cuando era joven fui a una reunión de testimonios de la Ciencia Cristiana, donde la gente va y testifica de la presencia del poder sanador de Dios en sus vidas. Allí escuché a este hombre ponerse de pie y decir que gracias a la Ciencia Cristiana él no había tenido ni un día de enfermedad en su vida, y que su negocio había prosperado. Y realmente pintó una imagen increíble; que todo había sido genial debido a lo que brinda la Ciencia Cristiana. Y recuerdo que pensé: “Caramba, eso es lo que la Ciencia Cristiana puede ser y hacer por mí”. 

Y, luego viví mi propia vida y descubrí que eso no fue lo que sucedió. De hecho, hubo días en los que sentía que si hubiera podido intercambiar posiciones con Job, hubiera parecido una mejoría. Pero recuerdo que cuando servía como capellán de la Ciencia Cristiana en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, me pidieron que asistiera a una conferencia donde iba a ser el único representante de la Ciencia Cristiana, pero habría muchos otros capellanes de muchas otras religiones. Y hacía un tiempo que estaba lidiando con una infección de oído y había pedido ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana, y realmente no estaba deseando asistir a esta conferencia, por decirlo suavemente, porque me sentía bastante incómodo. Especialmente no tenía ganas de volar. Y cuando llegué allí, la infección se había vuelto muy dolorosa. Aún recuerdo vívidamente que me subí a un taxi, llegué al centro de conferencias y para entonces, el dolor en el oído era tan grande que había perdido mi sentido de equilibrio. Y cuando salí del taxi me caí en una alcantarilla. Finalmente fui a registrarme. Después encontré un pequeño rincón tranquilo y llamé a la practicista que estaba orando conmigo, y le conté en detalle mi trágica historia sobre lo horrible que era esa situación. No estaba mejorando, y ¿qué estaba haciendo mal y por qué Dios no me sanaba? Entonces simplemente dije: “Esto es realmente muy doloroso”. 

Ella escuchó pacientemente. Y luego, después de un momento, una de las cosas que me dijo fue algo impresionante. Ella afirmó: “No hay nada allí”. Recuerdo que después de eso fui hasta mi habitación y todo el camino hasta allí, pensé: “Increíble, ella no entiende lo que pasa. No se da cuenta de cuánto me duele y de que sí hay algo allí”.

Luego entré en mi habitación y nunca olvidaré esto. Me senté en la cama y pensé: “Espera un minuto. Si voy a sanar esto a través de la Ciencia Cristiana, a través de mi comprensión de Dios, a través de la oración, en algún momento, en mi experiencia y en mi pensamiento, voy a tener que sentir que hay más realidad en la bondad de Dios, y en la identidad que Dios me ha dado, que en esta infección, sufrimiento y dolor que está argumentando: Muchacho, solo eres materia”. 

Y recuerdo que continué explorando esa pregunta. Seguí adelante. Me dije: “Voy a tener que llegar a comprender que, de hecho, no hay nada allí. No hay ninguna autoridad, no hay ninguna verdad, no hay ninguna realidad en esta representación de mí como un mortal doliente. Hay realidad en la presencia de Dios en mi vida y en mi propia identidad como hijo de Dios”. Y esta fue una de esas raras ocasiones en que puedo decirte que simplemente perdí la noción del tiempo. Me olvidé de dónde estaba. Seguí profundizando esa idea hasta que sentí más la realidad de la presencia de Dios que la de ese problema. Y recuerdo que, cuando finalmente volví a tomar conciencia de que estaba en esa habitación, el dolor había desaparecido por completo. No solo mejoró. Desapareció. Y fue uno de esos momentos en los que te das cuenta: “Bueno, ¿a dónde se fue?”.

De acuerdo con la Ciencia Cristiana, fue una evidencia del hecho de que, en primer lugar, la enfermedad jamás tuvo la autoridad que afirmaba tener. Pero yo tenía que entenderlo. Tenía que escuchar esa voz del Cristo, asegurándome la realidad del bien y realmente el vacío de la pretensión del mal. Y esa es la voz del Cristo destruyendo el error del que hemos estado hablando. 

Y una de las cosas que creo que es tremendamente importante al relacionar eso con el tema de hoy es llegar a comprenderlo. La Ciencia Cristiana tiene una historia de personas que confían en la oración para sanar, pero creo que es primordial recordar que, fundamentalmente, las curaciones no se basan en usar un enfoque de la fe para arreglar un cuerpo material o arreglar problemas materiales. Más bien son evidencias del hecho de que cuando profundizamos nuestro sentido de la presencia de Dios y realmente prestamos atención al Cristo y confiamos en él para que motive nuestras vidas, para darnos nuestro sentido de la realidad, independientemente de lo que diga el cuadro material, nos da la certeza de lo que Jesús estaba hablando acerca de que el reino de los cielos está presente y está dentro de ti. Esa es la gran realidad. 

Así que esta comprensión de que Dios es puramente bueno, que está siempre presente como el Amor mismo, realmente cambia lo que es la oración de lo que a menudo se supone que es; es decir, recurrir a un Ser aparte de nosotros mismos esperando que nos haga algún favor o brinde un cuidado especial que de otra manera no sucedería. Parece que una oración debe ser algo muy diferente con un punto de partida exacto. 

Bueno, creo que la oración puede ser algo muy diferente. Quiero decir, obviamente, las oraciones o lo que sea que hagamos para acercarnos con el deseo de conocer mejor a Dios. Pero si la oración es: “Oh, mira qué horribles están las cosas; por favor, Dios, arregla mi problema”, entonces estamos poniendo tanto poder y fe en el mal como en Dios. Y eso no tiende a llevarnos muy lejos. 

Pero creo que otra forma de pensar acerca de la oración consiste en alinear activamente el pensamiento con Dios y el sentido de la realidad de Dios. Eso es verdaderamente lo que se trata de hacer. Se trata de no centrarme en esta situación horrible y en cómo Dios puede solucionarla. Voy a centrarme en la totalidad de Dios y en por qué eso me da autoridad y poder para desafiar la situación que parece ser un problema tan grande para mí.   

Y una de las cosas que creo que es realmente sorprendente acerca de la naturaleza de lo que la Ciencia Cristiana nos enseña sobre nuestra relación con Dios es que realmente transforma la idea de que el mundo material tiene autoridad y poder sobre nosotros. Una de las cosas que me resulta interesante, una pregunta interesante, es que si haces una especie de encuesta y le preguntas a la gente cuál es el poder más destructivo del mundo, podrían encontrar respuestas importantes, tales como una guerra nuclear, la pandemia, la enfermedad, el desastre climático, el colapso económico, el odio, etc. Pero una de las cosas que me gusta tanto de la Ciencia Cristiana es que me ha ayudado a comprender que, en realidad, la fuerza más destructiva del mundo es el Cristo. Y esto se debe a que el Cristo es la única fuerza que ha demostrado que puede destruir aquellas cosas que parecen destruir el bien, que el Cristo puede destruir la enfermedad, el Cristo puede destruir la muerte. El Cristo puede destruir la desconfianza y la deshonestidad y así sucesivamente. Por lo tanto, quiero decir algo sobre lo que la Ciencia Cristiana nos ayuda a comprender acerca de la naturaleza y la presencia del Cristo para traer curación a nuestras vidas, y para ayudarnos a superar esos momentos en los que estamos tratando de saber qué hacer, cuando parece que cosas malas están sucediendo a nuestro alrededor. 

Así que, Mary Baker Eddy, una cristiana devota y la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, en su libro de texto, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, incluye un capítulo en la parte posterior que incluye definiciones espirituales de términos bíblicos: el capítulo llamado Glosario. Y en su definición de Cristo, ella lo define como “la divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado” [pág. 583]. Allí mismo puedes ver el sentido de que el Cristo es la fuerza más destructiva, ¿no es así? Y lo que es muy útil acerca de esa definición es que la autora nos ayuda a comprender que, si bien Cristo Jesús manifestó plenamente el sentido del Cristo en todo lo que hizo, es alentador que haya dejado en claro que ese poder del Cristo, esa presencia del Cristo, está siempre con nosotros para que la experimentemos en nuestras propias vidas. Entonces, cuando dejamos de pensar que el Cristo es algo que no forma parte de nuestra experiencia —solo una persona en la Biblia o una presencia inalcanzable que nos gustaría tener aquí— sino que en cambio pensamos que el Cristo es esta manifestación de Dios en nuestras vidas que viene a nosotros —y no es pasiva allí—para destruir el error encarnado, entonces comenzamos a buscar más de la presencia del Cristo en nuestras vidas. En otros lugares, Mary Baker Eddy habla del Cristo como la verdadera idea de Dios que proclama el bien. Ella habla del Cristo como si hablara a la consciencia humana. Entonces, en cualquier situación, incluso en situaciones horribles, siempre podemos escuchar atentamente para sentir que “Está bien, sé lo que el mundo material me está gritando en este momento, pero ¿qué me está diciendo Dios? ¿Qué me está mostrando Dios de la presencia del Cristo? Porque sé que el Cristo es el poder que puede destruir el error encarnado”. 

Ella incluye ese mismo sentido de que el Cristo es destructivo en la definición de Jesús en el Glosario, donde dice que Jesús es “el más elevado concepto corpóreo y humano de la idea divina, que reprende y destruye el error y saca a luz la inmortalidad del hombre” [pág. 589]. Así que ahí está ese elemento que destruye el error. 

Esto es lo maravilloso, que cuanto más pensamos y vivimos desde la base de la totalidad de Dios y de nuestra propia identidad como Su expresión, más nos volvemos conscientes del Cristo que anima nuestras vidas, nos habla, nos tranquiliza en tiempos de desafíos, y de la presencia del bien y del poder del amor para transformar la situación en la que estamos. 

Entonces, cuando hablas del error en esos pasajes que citaste, eso es realmente lo mismo que el mal; es cualquiera de sus formas, ya sea enfermedad o destrucción o daño o los pensamientos asociados a este fenómeno o los que lo producen, los que no son de Dios, que no son buenos. 

Así es.

Entonces, ¿podrías darnos un ejemplo de cómo oras de esta manera? 

Claro. Una de las cosas en las que encontré tremendo aliento fue conocer la propia experiencia de la Sra. Eddy, cuando descubrió este sentido científico del cristianismo que está basado en el sentido de la totalidad de Dios y Su bondad; y realmente, la falta de autoridad del mal, por más grotesco que parezca ser. Me di cuenta de que ella no llegó a esa comprensión a través de una vida de color de rosa. Y, de hecho, en su propia autobiografía espiritual, Retrospección e Introspección, escribe sobre la tendencia de la vida humana a ser demasiado agitada como para dejarla imperturbable en la ilusión de que esta supuesta vida pudiera ser un descanso real y duradero. Y habla de cómo esas lecciones, cuando comenzó a experimentarlas, se volvieron más severas, ya que, hasta entonces, la existencia mortal parecía tener cierto lado bueno. Pero en ese momento, ni siquiera estaba bordeada de luz porque las cosas se habían puesto muy mal. 

Quiero decir, aquí estaba una mujer que realmente había pasado la mayor parte de sus años de juventud casi inválida, había experimentado la tremenda pérdida de su madre, hermano y esposo cuando estaba embarazada, y luego le habían quitado a su hijo cuando era un niño. Es decir, ella realmente sufrió mucho. Sí. 

No obstante, esto es lo que descubrió y cambió todo. Ella no creó esta teología. La descubrió y se dio cuenta de que fue solo debido a la experiencia que la obligó a apoyarse en Dios, más de lo que jamás pensó que fuera posible, lo que le reveló la realidad de Dios de una manera que transformó todo lo demás. Una vez que percibió la totalidad de Dios y el bien, ella ya no pude pensar ni vivir desde una base diferente. 

Y otro ejemplo en el que estaba pensando fue que, cuando me preparaba para nuestra conversación de hoy, encontré una foto, una foto de familia. Y sé que tengo que describir esto porque, después de todo, este es un podcast. Pero es una foto de mi papá cuando era adolescente sentado al piano. Y mi abuelo está de pie junto a él, acompañándolo al violín. Y lo que me llamó la atención al ver esta foto, y darme cuenta de que íbamos a tener esta conversación hoy, es que estaba pensando en cuándo y dónde se tomó. 

Mi familia es originaria de Alemania, y esta foto fue tomada en 1941, cuando vivían en Berlín, y la Segunda Guerra Mundial ya había comenzado. Pero, al ver esta foto, pensarías que fue un feliz momento familiar. Y en parte porque, al mirar esta foto, me di cuenta de que no sabían lo que se avecinaba. No sabían, por ejemplo, que mi abuelo, que era practicista de la Ciencia Cristiana, muy pronto sería encarcelado cuando los nazis prohibieran la Ciencia Cristiana. No sabían que en breve los bombardeos de los Aliados se intensificarían sobre Berlín. Mi padre ciertamente no sabía que lo pondrían en un campo de trabajos forzados por negarse a ser parte de las Juventudes Hitlerianas. Y lo que es interesante, recordar los relatos familiares de esa época durante la guerra ciertamente representa lo que estamos hablando hoy: este sentido de dónde está Dios cuando suceden cosas malas. 

Y lo que encuentro útil es pensar en la respuesta que experimentó mi familia, porque algo interesante que pasó fue que después de que sacaron a mi abuelo de prisión, la guerra continuó yendo mal para los nazis. Y finalmente vinieron y lo apresaron de nuevo y lo obligaron a cumplir el servicio militar. Pero ciertamente sabían que él no era soldado. Así que lo pusieron como guardia en un puente en una zona bastante remota. Y estuvo parte de la guerra sentado allí, supuestamente como guardia de ese puente. Pasó ese tiempo escribiendo poesías. Curiosamente, en algún momento, el puente fue invadido y él recibió un disparo en la pierna y fue llevado a un hospital de campaña, donde preguntó si podía quedarse solo para orar por un rato y dejar que atendieran a los demás. Le habían dicho que iban a tener que amputarle la pierna, pero cuando regresaron, se dieron cuenta de que no era necesario hacerlo. Y finalmente tuvo una curación completa y total mediante el tratamiento de la Ciencia Cristiana. 

Lo que más me sorprende es que, en aquel entonces, en esa época tremendamente turbulenta, hubiera sido fácil al conocer ese relato decir: “Caramba, eso no es realmente muy alentador porque puede parecer como que las cosas van muy bien y luego no sabes lo que se viene: va a haber un desastre”. Pero para mi abuelo, fue evidente que había llegado la hora de profundizar su comprensión de que la presencia y el poder de Dios eran una realidad, algo en lo que podía confiar total y completamente. 

Y esto surge en algunas de las poesías que escribió durante ese tiempo. A uno de los poemas se le puso música en un himno en nuestro nuevo Himnario de la Ciencia Cristiana. Y quiero leer el segundo versículo del Himno 476. Esto es parte de su poema: 

Anhelante corazón, no pierdas la esperanza
cuando las amenazas del maligno te abrumen. 
El Amor ahora Su promesa cumple, 
la segura mano de Dios al timón está,
trayendo alegría cuando todo oscuridad parece.
Dios te guardará a salvo, seguro. 
Avanza, amado y en paz:
La victoria siempre asegurada está. 

Y, por supuesto, no estaba hablando de la victoria de un combatiente sobre otro. Estaba hablando de la victoria sobre la sensación de sentirse desolado y sin esperanza. Quiero decir, él estaba hablando de la victoria sobre el sentido material de la existencia. Así que en una oportunidad mi abuelo se enfrentó a un gran mal, y realmente a través de lo que la Ciencia Cristiana le había enseñado sobre la presencia y la totalidad de Dios halló en su propia experiencia por qué tenía tanto sentido desafiar dentro de su corazón la autoridad de las circunstancias en las que se encontraba, en lugar de desafiar su fe y su comprensión de Dios. Eso trajo curación; trajo una mayor percepción del bien. 

Para mí, esto está diciendo que podemos esperar curación. Podemos esperar curación para nosotros mismos; podemos esperar curación en este amplio espectro de cosas. ¿Podrías darnos un pequeño ejemplo de cómo podríamos orar por, digamos, la agitación en Afganistán en este momento? 

Lo que estamos viendo en este momento en Afganistán es un gran ejemplo de noticias que pueden tratar de abrumar tu sentido de esperanza, tu sentido de la gran promesa de la humanidad. Pero todo lo que hemos estado diciendo sobre la oración y lo que nos muestra acerca de la naturaleza de la realidad, la naturaleza de Dios, tiene que ver con la base desde la cual pensamos. Podemos orar para comprender, porque hemos experimentado en nuestras propias vidas que en tiempos sombríos nuestra capacidad de conocer el bien y ser animados por el bien es lo que tomó el control. 

Y me doy cuenta de que una de las cosas que he estado tratando de mantener cada vez más en mis propias oraciones sobre la situación es comprender que si Dios es el autor de la creación, si la verdadera naturaleza de hombres y mujeres es ser ideas espirituales de Dios, si Dios realmente es la causa de nuestra identidad, entonces no hay oscuridad que pueda apagar nuestra capacidad de escuchar esa verdadera identidad, esa naturaleza superior que sabe amar. Y sigo afirmando que la única inteligencia real es la inteligencia que viene de Dios; el único poder real es el poder que viene del amor; y que cada individuo, ya se trate de personas tratando de encontrar seguridad, personas tratando de ayudar a aquellos que intentan encontrar seguridad, o incluso aquellos que están tratando de impedir que la gente se sienta segura, posee esa capacidad para escuchar al Cristo hablando a la consciencia. El Cristo, dejando que la gente piense desde la base de la inteligencia, el cuidado y el amor, en lugar del miedo, la oscuridad y la opresión. 

Genial. Bueno, Scott, déjame hacerte una última pregunta. Si para alguien que nos está escuchando esto le resulta completamente nuevo y es una idea totalmente diferente de Dios o de una oración de la que han oído hablar antes, ¿es algo fuera del alcance de las personas que acaban de escucharlo por primera vez? 

De ninguna manera. Esta realidad espiritual de la que estamos hablando es la realidad de Dios y el poder ilimitado e infinito de Su bondad y de nuestra verdadera identidad como hijos de Dios animados por el Cristo. Ese hecho es cierto para todos. Y si la gente se detiene y piensa en esto lo suficiente, descubrirán dentro de su propio corazón que “Sí, eso es lo que siempre he creído. Siempre he sabido que el amor es más lo que yo soy que cualquier otra cosa. Siempre he sabido que el bien es lo que define la vida y hace que realmente valga la pena vivirla, y que no soy incapaz de experimentar eso en mi vida”.

Así que no es algo ajeno a nadie. Es lo que ya está ahí. Quiero decir, si lo que estamos diciendo tiene alguna validez, es porque se basa en la premisa de que el Cristo está hablando a la consciencia humana; y si le prestamos atención, si luego actuamos en consecuencia, experimentaremos su poder, encontraremos nuevas capacidades para hacer el bien y ser buenos. Y la vida se sentirá como lo que debe ser y es: una expresión de Dios, una expresión del Amor, la Verdad y el Espíritu.

Muchas gracias, Scott. Has dado a nuestros oyentes mucho en qué pensar, mucho para orar. Muchas gracias por venir al programa hoy. Realmente ha sido un placer. 

Ha sido una alegría estar con ustedes. Gracias. 

Han estado escuchando Sentinel Watch, una producción semanal del Christian Science Sentinel. Yo soy Ethel Baker. 

 

¡TENGA ACCESO A MÁS ARTÍCULOS INSPIRADORES COMO ESTE!

Bienvenido al Heraldo-Online, el sitio de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Esperamos que disfrute de este artículo que ha sido compartido con usted.

 Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “...para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

Mary Baker Eddy, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 353

Saber más acerca del Heraldo y su misión.