UNA COSA ES ORAR POR EL MUNDO EN GENERAL, PERO OTRA ES DARNOS CUENTA DE QUE HA OCURRIDO UN DESASTRE AMBIENTAL NO MUY LEJOS DE DONDE VIVIMOS. SI LAS NOTICIAS SOBRE LAS CONSECUENCIAS DEL DESASTRE SON INQUIETANTES, ¿QUE TENEMOS QUE HACER?
Una amiga me llamó una tarde preocupada porque las noticias decían que había un barco cargado con miles de toneladas de petróleo crudo encallado cerca de las islas de Shetland al norte de Escocia. Las enormes olas estaban destrozando uno a uno los contenedores de petróleo contra las rocas. La mancha de petróleo tenía varias millas de largo cuando todo el contenido se vació en el mar.
Todos los noticieros hablaban de esto, primero, por el efecto en la pesca del salmón, que es la principal entrada económica de los isleños y, segundo, por los posibles efectos sobre la salud como también el bienestar de la fauna silvestre. Ya habían muerto muchas aves y se temía que cientos más les iban a seguir. También había preocupación por la población de focas.
Durante tres días esto fue noticia permanente. El mar ahora había destrozado el barco en varias partes que se agitaban independientemente con las monstruosas olas. Se postergaron las operaciones de salvataje a la espera de que el mar se calmara.
Mi amiga estaba muy perturbada pensando en el sufrimiento y la pérdida de animales. Yo traté de confortarla con ideas del amor de Dios que me vinieron mientras hablábamos y a las que yo trataba de aferrarme. Pero sentí que esto no la ayudaba. También sentí que la situación estaba fuera de mi alcance. Un miedo angustioso nublaba mi pensamiento tan oscuro como el petróleo que cubría el mar. Me sentía mentalmente paralizada, especialmente después de las noticias del día siguiente.
Decidí de no mirar más el noticiero porque tenía gran afecto por esos animales y no quería verlos sufrir. Pero no fue posible. Repentinamente aparecían esas noticias, se cual fuere el canal o la hora. Finalmente, esto hizo que me esfuerce a enfrentar lo que había considerado como un incidente predestinado a ocurrir y admitir que realmente no estaba más allá del control de Dios. Oré para comprender las ideas espirituales que ayudan y sanan.
La primera idea vino cuando recordé una carta reciente de una amiga en los Estados Unidos. Me quedó grabado lo que había descrito sobre el amor de Dios que ahora yo estaba tratando de entender mejor. Gradualmente comenzó a amanecer en mí una compresión del carácter profundamente tierno del amor de Dios y ví que es un amor sumamente sensible.
Llamé a mi amiga que compartía mi preocupación en el derrame de petróleo y la conforté con esta idea. Luego seguí orando tranquilamente. Sinceramente quería comprender lo suficiente a Dios, la Mente siempre presente, para no dudar de Su poder. Tardé tres días en lograr este entendimiento, pero no me resigné. Cada día, leyendo y orando, fui obteniendo una compresión más clara de Dios y una confianza más fuerte en Él solamente, como la Mente que todo lo ama y sabe, el Creador de todo.
En una entrevista del Christian Science Sentinel en parte se hablaba que la Biblia nos da un entendimiento verdadero de las leyes espirituales que gobiernan el universo. La entrevista incluía el testimonio de una señora que se encontraba en una situación extrema –esta vez una grave sequía. Ella había logrado percibir la naturaleza y ley de Dios, Su provisión y profundo cuidado por Su creación espiritual, a pesar de lo qué parecía ser la circunstancia material. Esta señora había dejado de orar para que cambiara la situación material y externa, y en su lugar empezó a obtener una percepción espiritual del amor de Dios y de Su cuidado por toda Su creación. Este tornarse de una creencia en la ley de la materia para ver la ley de Dios había traído sanación y armonía a toda la situación.
En ese momento, mi conciencia fue inundada por una maravillosa sensación del amor, sabiduría y poder de Dios en el reino espiritual de la Mente, la única morada verdadera de cada uno de nosotros, al igual que de todos los animales. Mis ojos se llenaron de lágrimas, lagrimas de alegría. Sentí el calor y bienestar de la presencia de Dios, que sostenía por completo el que yo pudiera ser testigo de la realidad espiritual. Descansé en esta felicidad todo el día siguiente. Hasta olvidé esa terrible contaminación porque tenía la certeza de que la obra de Dios ya estaba hecha. El Amor había satisfecho la necesidad de toda Su creación. “Vida”, escribe Eddy enCiencia y Salud, “es Principio divino, Mente, Alma, Espíritu” (pág. 468). Yo había aprendido antes que Principio, un sinónimo que da Eddy para Dios, significa origen o causa, y para mi significaba el poder que todo lo mueve en su orden apropiado.
Al día siguiente, llamé otra vez a mi amiga, y hablé con ella desde una base de fuerza espiritual. Esta vez ella pudo regocijarse conmigo. Dos días después me sentí llevada a ver el noticiero. Como de costumbre, el tema principal era el desastre petrolero. Las cámaras de TV mostraban la costa, pero no se veía ningún derrame de petróleo. Sólo se veía el mar azul de costumbre.
Un especialista del medio ambiente decía allí que el petróleo debía haberse depositado sobre el fondo del mar y que allí ponía en peligro toda señal de vida. Como era de esperarse, al día siguiente las cámaras mostraban el lecho del mar. No se podía ver rastro alguno de petróleo. Anoté las palabras del comentarista, que decía textualmente: “No hay evidencia alguna de que el petróleo haya bajado al lecho del mar; el petróleo prácticamente desapareció”. El lecho del mar estaba cubierto de arena blanca y mariscos claramente visibles. Otra escena mostraba cómo las aves marinas habían sido limpiadas, y ahora se veían en perfectas condiciones antes de ser puestas en libertad. También se veían volando otras aves, como gaviotas y demás. A pesar de que algunos de los observadores estaban preocupados por los posibles efectos a largo plazo del derramamiento de petróleo, un año después del accidente la población de aves que anidan y la fauna marina local permanece sana, y ningún mamífero marino ha muerto a causa del derramamiento.
Al continuar orando durante días después de estos informes, fueron claras estas palabras bíblicas de Habacuc: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal” (1:13). Seguí agradeciendo a Dios por la maravillosa revelación de Su infalible ley y Su Cristo, la idea verdadera de Dios que habla a la conciencia humana. El Cristo ciertamente iluminó mi pensamiento durante ese período de oración especial, y estoy segura de que mucha gente que oraba sobre esta situación, se sentía igualmente agradecida.
Como la vida de Cristo Jesús lo mostró claramente, Dios esta siempre hablando a su linaje espiritual. Si escuchamos y nos volvemos de todo corazón a la pureza de la Mente divina y estamos motivados por el amor, caminaremos felices y seguros –y todo nuestro medio ambiente será bendecido.