Gratitud y perdón son dos cualidades del Amor divino que desde mi niñez me he esmerado por expresar, y me han aportado muchas bendiciones.
Después de mi divorcio, oré profundamente para perdonar a mi ex esposo por cosas relacionadas con nuestro divorcio, y para ver en él al hombre creado por Dios. También llegué a comprender lo que quiso decir Mary Baker Eddy cuando escribió: “El afecto humano no se prodiga en vano, aunque no sea correspondido. El Amor enriquece la naturaleza, engrandeciéndola, purificándola y elevándola” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 57).
También tuve que orar por los desafíos económicos que surgieron. Tenía bien claro que no podía permitir que los mismos separaran mi amor de madre de mis cuatro hijos (un niño y tres niñas), cuando algunos miembros de mi familia quisieron quitarme a mis tres niñas para aliviar la carga económica que tenía. Yo entendía que sus intenciones eran buenas, pero no lo permití. Oré pidiendo a Dios sabiduría para saber cómo cuidar de mis hijos sin tener que buscar un empleo fuera de casa.
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