"¿Puede haber nacimiento o muerte para el hombre, la imagen y semejanza espiritual de Dios?” Mary Baker Eddy hace esta pregunta en la página 206 de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. La creencia en la edad, incluso en el nacimiento, el crecimiento, la madurez y la decadencia, se basa en un concepto material falso acerca del hombre. La comprensión del estado verdadero del hombre reemplaza este concepto falso con la prueba del derecho de progenitura espiritual e inalterable del hombre. La Ciencia Cristiana nos da esta comprensión. Nos enseña que los años no traen cambios ni aumentan la edad; esto sólo lo hace la creencia falsa, la cual está sujeta a corrección. Con la Ciencia aprendemos que el hombre es realmente la imagen y semejanza de Dios, eterno e inmortal; y aprendemos que al aceptar y vivir esta verdad, podemos probarla en nuestra vida diaria.
Cristo Jesús percibió la vida eterna. Señaló: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58), y probó visiblemente la eternidad del hombre a Pedro, Santiago y Juan. La Biblia relata que se transfiguró delante de ellos. También leemos que “les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él” (Mateo 17:3). Jesús fue nuestro Mostrador del camino. Él sabía que Dios es la Vida del hombre, por lo tanto, sabía que el hombre es la expresión misma de la Vida eterna. Él conocía la grandeza del hombre, del hombre nuevo a semejanza de Dios, y sabía que cualquier apariencia de mortalidad era totalmente engañosa. Dio pruebas de que el hombre refleja o demuestra que el ser de Dios es eterno.
En nuestra experiencia humana diaria, hasta que comenzamos a tomar consciencia del sentido crístico del hombre que Jesús nos dio, a menudo permitimos que nos engañe el pensamiento material. Creemos en el proceso de crecimiento de niño a adulto, y de la declinación de la adultez hacia la muerte, y creemos que cada cumpleaños agrega otro año hacia este fin.
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