Ring! Ring!
“¿Hola?”
“¡Hola! Estoy haciendo un proyecto de investigación para determinar qué tan viva y pertinente es la iglesia en la actualidad. ¿Tendría usted tiempo para completar una encuesta de tres minutos”?
“Eh… Sí, creó que sí”.
“¿A qué iglesia asistió recientemente?”
“En realidad fue una reunión de testimonios de los miércoles en una iglesia de la Ciencia Cristiana”.
“¿Cómo describiría lo que siente cuando piensa en su visita a esa iglesia? ¿Se sintió elevado espiritualmente, renovado? O se sintió desinteresado, aburrido?”
“Un poco de las dos cosas. Estuve con personas que conozco bien, escuchamos lecturas que eran algo interesantes, pero que no siempre lograban captar mi atención. Luego se suponía que la gente tenía que contar cómo aplica su religión, pero tan solo unos pocos dijeron algo y hubo largos espacios de silencio. Supongo que a todos nos habría gustado sacar más provecho de esa reunión”.
Querido lector, ¿estarías de acuerdo con los comentarios de la persona que entrevistaron aquí? Yo nunca vi esa encuesta, pero sí me he preguntado cuántos visitantes a una reunión de los miércoles darían una descripción similar a la de nuestro entrevistado ficticio.
La Iglesia es una experiencia colectiva, pero su efecto tiene lugar individualmente en nuestro corazón.
¿Cuál es la esencia de la Iglesia? Pocos harían que el poder que respalda la Iglesia dependiera de una estructura física. La Iglesia es la profunda experiencia de ser elevado más alto espiritualmente, de alcanzar una nueva comprensión de nuestra relación con Dios. La Iglesia es una experiencia colectiva, pero su efecto tiene lugar individualmente en nuestro corazón. Necesitamos recibir con agrado el poder transformador del Cristo en nuestra alma.
Este poder transformador redime y sana. ¿Es, por lo tanto, la Iglesia algo en donde estamos, o que está en nosotros? Esta pregunta se puede considerar en ambos sentidos. Pero la verdad es que el poder de la Iglesia es un aspecto de la naturaleza sagrada de Dios que nosotros reflejamos. Mary Baker Eddy describe la Iglesia como un poder que está constantemente “elevando la raza”, “despertando el entendimiento dormido”, “echando fuera” el mal y “sanando a los enfermos” (véase Ciencia y Salud, pág. 583).
La Iglesia es, por lo tanto, una fuerza divina natural que se encuentra en cada uno de nosotros. A la mente carnal le gustaría aplastar con su letargo mundano, la fuerza vigorizadora activa en cada uno de nosotros. Mientras valoremos, cultivemos y defendamos esa fuerza en nosotros, la Iglesia está viva en nosotros y da fruto. Un servicio religioso manifestará, entonces, nuestra elevada y purificada comprensión, y como resultado natural habrá inspiración y curación.
En cierto sentido un servicio religioso reflejará colectivamente lo que traemos a él individualmente. Obtendremos del mismo lo que ponemos en él.
A veces puede que nos sintamos llenos de gratitud y felicidad. Es posible que hayamos recibido inspiración y curación, y no vemos el momento de llevar nuestro corazón rebosante de alegría a la iglesia. ¡Qué regalo más hermoso tenemos para compartir! Sin duda seremos bendecidos y bendeciremos a todos los presentes.
Mientras valoremos, cultivemos y defendamos esa fuerza en nosotros, la Iglesia está viva en nosotros y da fruto.
En otras ocasiones puede que nos sintamos agobiados o enfermos y sentimos que no podemos contribuir con nada. ¡Esto no es cierto! Podemos contribuir con nuestro abierto y anhelante corazón, ansioso de tocar el borde del manto de Cristo, el toque del Consolador. ¿Qué fue lo que Jesús le dijo repetidamente a la gente que sanaba? “Tu fe te ha salvado”.
Ellos aportaban su confianza y receptividad para ser elevados y sanados por el Cristo, y él así lo hizo.
¿Cómo podemos nutrir el espíritu de alegría e inocente anhelo espiritual que tenemos dentro? ¿Cómo podemos nutrir la idea de Iglesia que hay en nosotros para que no sólo esté viva en nuestros corazones, sino que se manifieste de manera práctica en nuestra experiencia de iglesia? He aquí algunas ideas.
- Llega cinco minutos antes. En lugar de llegar unos minutos tarde, hazte el propósito de sentarte en la iglesia cinco minutos antes y preparar la atmósfera para ti mismo y los demás.
- Escucha en lugar de leer. En vez de seguir la lectura leyendo la Edición de Estudio durante la Lección, relájate y absorbe las palabras. Captamos los pensamientos de manera diferente cuando escuchamos que cuando leemos. Ambos son necesarios. Ten el placer de escuchar.
- Reuniones informales de testimonios. Algunas iglesias tienen reuniones adicionales para leer Ciencia y Salud, orar por el mundo o determinar cómo fortalecer la práctica. Mientras que a veces se piensa que las reuniones de los miércoles son tradicionales y tal vez algo aburridas. ¿Por qué no usar las reuniones de los miércoles de una forma diferente y renovadora? Preparen dos versículos de la Biblia, uno o dos párrafos de Ciencia y Salud, y luego compartan ideas sobre el estudio que realizan, su oración por el mundo, o de qué manera fortalecen su práctica sanadora.
Muchas cosas buenas están ocurriendo en nuestro Movimiento. Muchas personas están encontrando nuevas maneras de sacar más provecho de la iglesia. Y estamos recibiendo noticias de iglesias que están creciendo nuevamente, creciendo en alegría, compromiso y número. Seamos todos parte de ese espíritu que renueva la vida.