Quizás pensemos que nuestras perspectivas están definidas por las circunstancias, como el mercado laboral o ciertas situaciones políticas o económicas. Tal vez incluso estemos convencidos de que son estas condiciones las que están limitando nuestras posibilidades. Parecería como que nuestra vida diaria estuviera restringida por la opinión misma que nosotros y otros tenemos sobre el estado actual de las cosas. Sería imposible liberarse de esos conceptos restrictivos acerca de la vida si no fuera por el Cristo.
El Cristo, la idea espiritual de Dios, nos hace tomar consciencia de la realidad de que Dios está aquí, ahora y siempre. El Cristo nos revela que por ser hijos de Dios, nuestra verdadera naturaleza y nuestro ambiente incluyen ilimitada bondad, salud, honradez, estabilidad, justicia, todas las cualidades divinas del ser.
El mensaje del Cristo es que el reino de Dios está dentro de nosotros, como Cristo Jesús enseñó y probó. Este reino permanece para siempre. La oración que Cristo Jesús dio a todo el mundo, conocida como el Padre Nuestro, declara: “Venga tu reino” (Mateo 6:10). Esta oración es un reconocimiento constante de la presencia y el poder eterno de Dios. Hace una clara distinción entre la creencia de que la vida está gobernada por el azar y las circunstancias, y la comprensión cristianamente científica de que verdaderamente vivimos dentro de la perfección de Dios, el Espíritu.
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