Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

ACEPTEMOS EL VERDADERO INFORME

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 27 de octubre de 2014

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Septiembre de 1946


La historia de Jonás ha sido para muchos un ejemplo de la experiencia que tienen los mortales cuando el mal parece hostigarlos de todos lados, y aparentemente no tienen forma de liberarse. La narración dice lo siguiente: “Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el alga se enredó a mi cabeza” (Jonás 2:5). Sin embargo, en cierta medida Jonás debe de haber tenido la convicción de que esta experiencia aparentemente desesperada, no era tanto una condición externa de la cual necesitaba liberarse, como una condición errónea del pensamiento que necesitaba corrección. De hecho, su memorable oración reconoció de todo corazón a Dios y Su poder para liberarlo: “Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan. Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová” (Jonás 2:7-9).

Solo el sentido material desfallece, se desalienta. En el momento mismo que argumenta agresivamente la derrota, nosotros, como Jonás, podemos recordar el poder de Dios y elevar nuestras oraciones a Aquél por medio del cual siempre son escuchadas. Nosotros también podemos dejar de lado las creencias falsas en la derrota, el desaliento, la desesperanza y otras cosas por el estilo, y destruir la creencia de que esas cualidades puedan ser reales. Podemos imaginar la presente seguridad y perfección intactas de la idea espiritual de Dios, que el error no puede ocultar, y negarnos a abandonar nuestra “propia misericordia” al no observar o consentir a sus falsos argumentos. Al tomar una posición firme y determinante, tendremos la evidencia de que “la salvación es de Jehová”. Podemos ver y aceptar, no lo que el error dice que no se puede hacer, sino lo que Dios dice que Él ya ha hecho, y lo que el hombre, por ser Su reflejo, está expresando ahora. Nada puede impedir que nos sanemos a nosotros mismos y dejemos de aceptar informaciones adversas y desalentadoras.

No tenemos más que escuchar los mensajes angelicales de Dios, revelando los hechos espirituales por siempre presentes. “No hay lenguaje, ni palabras, donde no es oída su voz”, cantó el Salmista (Salmos 19:3, según versión King James). No hay tiempo ni lugar donde Su voz, la declaración del Amor que destruye el temor, y de la Verdad que elimina la falsedad, no sea escuchada. En toda situación humana el Cristo, la Verdad, está presente con su mensaje redentor. El hecho espiritual o informe verdadero acerca del hogar, el cuerpo, los negocios o la provisión, está eternamente a mano para ser aceptado.

Los Científicos Cristianos deberían esforzarse por realizar y lograr curaciones rápidas. Es gratificante ver una rápida y constante mejoría como resultado de un trabajo leal. Pero si a pesar de la verdad declarada, el progreso parece retrasarse, la labor sanadora continúa aunque los síntomas no lo indiquen. Un estudiante de la Ciencia Cristiana había estado luchando durante varios días con una dolencia muy dolorosa, incluso con fiebre y debilidad. Los síntomas y molestias parecían ser muy reales para él. Aquella noche prometió reconocer los hechos de su ser espiritual y armonioso. Aunque los síntomas habían empeorado, le dijo al practicista que él no los estaba aceptando, que era obvio que había progresado espiritualmente, y que ahora tenía el control de su pensamiento y se sentía confiado acerca de la demostración. Su intuición probó ser correcta, puesto que más tarde esa noche la mejoría fue notable, y al día siguiente pudo levantarse e ir a su oficina.

La Ciencia Cristiana revela que lo que la mente mortal denomina un problema de negocios o una condición corporal discordante, es enteramente mental, una fase de la creencia humana ignorante objetivada. A medida que se entiende claramente que no estamos lidiando con una condición real que debe cambiarse, sino con un pensamiento erróneo —una información falsa que necesita ser rechazada y reemplazada con un hecho espiritual— uno no tendrá miedo ni duda. Lo que se manifiesta como real parece como tal a la creencia errada. No es una realidad para el hombre a semejanza de Dios, y jamás ha sido de ningún modo real. Cuando los pacientes parecen estar enfermos, la enfermedad no es una realidad. Lo que realmente necesitan es ser sanados de la creencia de que el hombre real está o pueda estar enfermo. Es útil eliminar todo pensamiento acerca de uno mismo que sugiera que es un mortal que necesita curación. Realmente, lo que se necesita es mejorar el pensamiento, cambiar la consciencia de una base material a una base espiritual. El progreso no se juzga por lo que presenta la materia, sino por lo que uno conoce y demuestra de su verdadera e inmaculada individualidad a semejanza del Espíritu. Nuestra Guía pregunta: “¿Quién recuerda que la paciencia, el perdón, la fe inquebrantable, y el afecto son las señales por medio de las cuales nuestro Padre indica las distintas fases de la redención del hombre del pecado y su entrada en la Ciencia?” (Escritos Misceláneos, pág. 100).

El pensamiento iluminado por Dios nunca es oscurecido o confundido por las falsas informaciones acerca de la presente y perfecta individualidad del hombre. La suposición de la mente mortal de que la idea de Dios está aceptando y respondiendo a sus creencias, es completamente falsa. La Sra. Eddy escribe: “Según la Ciencia Cristiana, los únicos sentidos verdaderos del hombre son espirituales, y emanan de la Mente divina. El pensamiento pasa de Dios al hombre, pero ni sensación ni información pasa del cuerpo material a la Mente. La intercomunicación es siempre de Dios hacia Su idea, el hombre” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 284).

El magnetismo animal no puede informar de nada al hombre real. Cuando la mente mortal anuncia síntomas de enfermedad, fracaso, escasez y separación de Dios, no está informando acerca de un estado que exista. Es una pretensión falsa que jamás se ha manifestado a la Mente divina o a la idea inteligente de la Mente, el hombre, que conoce eternamente la realidad. Solo parece real porque damos realidad a lo irreal. Si los sentidos físicos nos dijeran la verdad, Jesús habría estado equivocado al subyugar su testimonio. Él nunca se conformó con el informe falso de los sentidos, sino que los refutó con el verdadero informe de la perfección del hombre, que él siempre estaba escuchando y recibiendo del Padre.

El hecho de que haya muchos informes falsos no hace que sean verdaderos, al igual que el hecho de que más de un millón de personas crean que cinco más cinco es once, hará que esto sea cierto. Ninguna cantidad de creencia falsa podrá jamás alterar una cifra en matemáticas. De manera similar, puesto que la enfermedad es irreal, no hay momento alguno cuando el mesmerismo pueda hacer que sea real. La creencia solo puede darle una aparente realidad; así como el tiempo tampoco puede corregir un error o una información falsa. El tiempo no eliminará el error de un contable, aunque guarde sus libros de contabilidad por diez años. Así como el lapso de tiempo tampoco hará que ese error sea más difícil de corregir. La inteligencia lo resolverá en cualquiera de las dos instancias. De igual manera, un problema de continua escasez o enfermedad crónica no es más difícil debido a su duración.

El practicista de la Ciencia Cristiana no cree un informe falso que argumente persistencia, enfermedad o falta de mejoría. Puesto que el informe es falso, el hombre no lo conoce, y tampoco está circulando en el universo de Dios. El practicista acepta como verdad el informe que imparte la Mente divina. Mora en la consciencia de la totalidad de Dios, y no es influenciado por las falsas informaciones de la mente mortal. Cualquiera sea la pretensión, él continúa confiando en los hechos espirituales que Dios le ha revelado.

Isaías escribió: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte” (Isaías 43:25, 26). Cuando la verdad de la gloriosa existencia del hombre sea aceptada, iluminará de tal manera la consciencia, que destruirá toda sensación de que la transgresión o la incapacidad puedan formar parte de nuestra experiencia. Dios no asocia el pecado y la enfermedad con Su linaje. El pensamiento humano no puede recordar o saber nada acerca del hombre, la idea espiritual de Dios, que desmerezca la pureza inmaculada, la salud intacta y la inviolable perfección inherentes a su ser como hijo de Dios. Aquellos que declaran y viven con las sanadoras y transformadoras verdades que el Amor eternamente imparte, estarán “justificados”, y tendrán la evidencia de ellas.

El hombre real es constantemente perfecto. Su consciencia solo incluye ideas correctas; por lo tanto, no incluye ningún concepto erróneo del cuerpo, la salud, la provisión o el éxito. En él no hay creencia errónea inflexible alguna, nada que desee o pueda resistir la verdad. El hombre no tiene ninguna capacidad derivada de Dios con la cual responder a los informes de la mente mortal acerca del pecado o la enfermedad, o para expresarlos. El hombre sólo conoce el bien.

Los pensamientos puros de Dios, Sus ángeles, pasan directamente al hombre, quien es uno con Dios. Solo ellos lo impulsan, inspiran y controlan eternamente. Los mismos dejan bien en claro que la verdadera naturaleza del hombre, semejante a Dios, es impenetrable para las creencias malévolas. Revelan que su salud es inexpugnable, todas sus funciones y acciones son espirituales y armoniosas. Contraponen toda sugestión de obstrucción y discordancia con la comprensión de que el hombre incluye la verdadera acción, libre y armoniosa, porque está gobernado por Dios. Los pensamientos de Dios por siempre nos iluminan y nos informan acerca de nuestra ilimitada provisión y nuevas oportunidades.

Después de darle los Diez Mandamientos, “Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros” (Éxodo 20:22). Escuchar la voz de Dios nos permite lidiar con situaciones difíciles desde el punto de vista de la armonía y perfección presentes. Las Escrituras además afirman: “En todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré” (Éxodo 20:24). En todo santuario tranquilo de pensamiento, siempre que la naturaleza perfecta de Dios y el hombre a Su semejanza sean revelados a la consciencia, la presencia de Dios será una realidad para nosotros, vendrá a nosotros, y nos bendecirá.

Debemos declarar continuamente el informe correcto desde el cielo. El informe de la mente mortal no puede alterar ni una pizca de la realidad, mientras que la voz del cielo, la armonía, aceptada, silencia el informe de la mente mortal, y lo reemplaza con el hecho espiritual. Estemos agradecidos porque en la Ciencia del Cristianismo la revelación y la demostración son una. Podemos tener la certeza de que los pensamientos angelicales que revelan la perfección del hombre, nos permiten demostrarla, puesto que en las palabras de un himno:

Pensando en Ti vencer podré
el mal, la pena y el dolor.
(Himnario de la Ciencia Cristiana Nº 134)

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.