He aquí algunas ideas respecto a los negocios, que he percibido a lo largo de los años. La primera es que todo pertenece a Dios. El Salmista declaró: “De Jehová es la tierra y su plenitud” (Salmos 24:1). Y Cristo Jesús dejó muy claro: “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues” (Lucas 12:6, 7).
Así que nuestro verdadero negocio o profesión está en Sus manos. Él lo posee y controla. Si es usted dueño del negocio en que trabaja, comprenda claramente que todo lo que es real acerca del mismo, pertenece a Dios, entonces usted será inmune a las cargas y responsabilidades que parecen ser inherentes a la creencia de posesión.
La gente a veces cree que la práctica pública de la Ciencia Cristiana es un negocio exclusivo de Dios. Piensan: “Cuando sea practicista voy a estar trabajando solo para Dios, entonces podré manejar mi actividad con absoluta libertad de pensamiento”. Yo, no obstante, recuerdo el comentario de una mujer que trabajó en el mundo de los negocios durante muchos años. Comentó que había ocupado varios puestos exigentes, pero que su pensamiento siempre había estado tranquilo. Ella sabía que estaba trabajando para Dios y sentía la libertad de servirle. Esta fue una lección para mí. Me di cuenta de que la libertad en relación con una actividad deriva enteramente del pensamiento correcto que tengamos de ella. Podemos tener libertad de pensamiento, independientemente de nuestro negocio o profesión.
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