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LA PROFECÍA BÍBLICA Y SU CUMPLIMIENTO

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 19 de septiembre de 2014

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Agosto de 1947


La Ciencia Cristiana está elevando el concepto del cristianismo de la profecía bíblica de un nivel más o menos místico, a la posición de anticipar la operación natural de la ley divina. Nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, nos dio esta definición de “profeta” en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras (pág. 593): “Un vidente espiritual; la desaparición del sentido material ante la consciencia de las realidades de la Verdad espiritual”. 

Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana incluyen las verdades básicas de que la creación de Dios es espiritual y perfecta, que el concepto correcto de Su creación puede ser percibido solo por medio del sentido espiritual, porque los cinco sentidos corporales presentan una visión falsa y mortal de todas las cosas. La Ciencia Cristiana declara que lo que el mundo llama materia es una ilusión; que en realidad es el sustrato de la forma material de pensar, desarrollado y sostenido por los mismos sentidos, alias mente mortal, que lo contemplan.

De acuerdo con la definición de la Sra. Eddy ya mencionada, un profeta es todo aquel que abandona el sentido material de cualquier situación o cosa, y contempla en su lugar el hecho espiritual, tal como existe en la realidad científica absoluta. Esta visión elevada de la Verdad es la profecía en su más alto sentido científico. Disipa la ilusión de la materia, tal como los cálidos rayos del sol dispersan una niebla húmeda y sombría. La Verdad demuestra la superioridad de su propia naturaleza, y el sentido material con el tiempo desaparece, poniendo al descubierto la realidad espiritual siempre presente y eterna.

Los profetas de los registros bíblicos eran hombres de profunda visión espiritual. Al reflejar en gran medida la omnisciencia de la Mente, es evidente que no solo obtuvieron claras vislumbres de la creación, como existe eternamente en la realidad absoluta, sino que también vieron con sorprendente exactitud el desenvolvimiento que se manifestaría en el futuro, por medio del cual la consciencia humana cedería a la verdad revelada. Ellos percibieron el conflicto que esta verdad produciría, la resistencia que enfrentaría y su inevitable triunfo.

Tenemos autoridad bíblica para concluir que a pesar de que los siglos puede que se interpongan entre la visión de la realidad espiritual y su plena aceptación por parte de la llamada consciencia humana, las fuerzas espirituales del cumplimiento profético continúan evidenciando el majestuoso vigor de la Deidad, que ningún supuesto poder del mal puede frustrar o hacer retroceder. Una vez que se ha discernido la clara visión de la verdad espiritual, toda creencia falsa que aparenta impedirle ser un hecho presente establecido, comienza a desaparecer. Lo que Dios conoce es la realidad divina, y está destinada a ser percibida como tal por todos los hombres.

Cristo Jesús reconoció que su llegada era en cumplimiento de la profecía bíblica. Citó a los profetas, leyó las Escrituras proféticas a sus seguidores, e insistió en el reconocimiento de su propio lugar en el cumplimiento de la profecía. En numerosas ocasiones, declaró que las Escrituras debían ser cumplidas. Tan importante consideraba que era el cumplimiento de la profecía bíblica, que lo encontramos exponiendo su lugar en ella, incluso después de su resurrección. Debe percibirse que su autoridad proviene de Dios, de lo contrario la humanidad interpretará mal su misión, hará caso omiso de sus mandamientos inspirados por Dios, e ignorará y descuidará sus enseñanzas divinamente obtenidas. Cristo Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39).

La profecía y su cumplimiento son de profundo interés para esta era, por cuanto ha sido testigo del indiscutible cumplimiento de la profecía bíblica en la aparición del Consolador revelado a Mary Baker Eddy, y dado al mundo a través de sus escritos. La pregunta surge frecuentemente, ¿Por qué descubrió la Sra. Eddy la Ciencia Cristiana y escribió el libro de texto de la Ciencia Cristiana? ¿Por qué no fue otra persona —un hombre, tal vez— la que trajo esta revelación final de la verdad espiritual a la humanidad? La respuesta está en el hecho de que Dios designa Sus propios mensajeros por medio de la ley; es decir, Dios declara inevitablemente Su Palabra por medio de la consciencia que está más preparada para aceptarla y proclamarla.

Los estudiantes de la Ciencia Cristiana hoy en día siguen el mandato del Maestro de escudriñar las Escrituras. Ahí encuentran las profecías del advenimiento de la Ciencia Cristiana, la última dispensación de la ley divina que demuestra la naturaleza divina de la condición de la mujer, quien desde la más temprana profecía estaba destinada a herir la cabeza de la serpiente, la lujuria (Génesis 3:15). Era inevitable que una mujer debía ser el revelador, puesto que la mujer, que es la que sufre más por la creencia falsa de la paternidad humana, es la primera en ascender a la comprensión de la maternidad de Dios y la filiación divina e incorpórea del hombre, que la Ciencia revela.

El advenimiento de la Ciencia Cristiana se dio a entender en muchos pasajes de las Escrituras, pero el Profeta de Galilea, el maestro cristiano, profetizó su aparecimiento con total claridad. Él lo describió como “el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre”, y dijo: “él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26). De estas palabras, es evidente que un intérprete de las enseñanzas de Cristo Jesús estaba destinado a aparecer. Más tarde, en su gloriosa revelación a Juan, se profetiza la venida de “una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” (Apocalipsis 12:1). También se describe que la mujer está con dolores de parto, y da a luz “un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones” (versículo 5). La Ciencia Cristiana explica que este niño varón es la idea inmaculada de la Mente divina, la imagen del Padre-Madre Dios, que la Ciencia da a conocer.

La Sra. Eddy ha explicado el triple simbolismo de la mujer en el Apocalipsis, así como ha señalado el doble simbolismo del Cordero de la profecía bíblica diciendo que se refiere al Cristo eterno y también al Jesús humano crucificado (Ciencia y Salud, pág. 334). En el libro de texto de la Ciencia Cristiana leemos, “La mujer en el Apocalipsis simboliza al hombre genérico, la idea espiritual de Dios”, y en la página 562 se refiere a la mujer como “que simboliza la idea espiritual de la maternidad de Dios” (pág. 561). Del tercer simbolismo leemos: “La idea espiritual también es simbolizada por una mujer en trabajo de parto, esperando dar a luz su dulce promesa, pero sin recordar ya sus dolores por la alegría de que el nacimiento continúa; pues grande es la idea, y el parto, portentoso” (Ibíd, pág. 562).

Los Científicos Cristianos proclaman con alegría que estas profecías se han cumplido en la vida y obra de la Sra. Eddy. Ella revela en sus obras al hombre genérico, la manifestación incorpórea y completa o la idea de la Vida divina. Ella revela la maternidad de Dios trayendo curación —el toque del Amor de madre— a la experiencia de incontables multitudes. Y la experiencia de nuestra Guía simboliza a la mujer que está de parto, el mensajero humano de la Verdad a esta época, que sufre, pero sufre con alegría al presentar la revelación final del ser real a la humanidad que tanto anhela el Alma.

A fin de obtener una apreciación correcta de la posición que ocupa la Sra. Eddy en el cumplimiento de las profecías bíblicas, es necesario comprender cómo tomó fuerza el impulso del cumplimiento profético a lo largo de los siglos después de su declaración. El descubrimiento y establecimiento de la Ciencia Cristiana fueron posibles, cuando la ley del cumplimiento profético de Dios fue plena y suficientemente reconocida por la consciencia humana, para cumplir con Su requisito espiritual.

La naturaleza pura de la Sra. Eddy y su capacidad para triunfar sobre las circunstancias adversas eran mucho más que simples virtudes personales; constituían, más bien, la obediencia absoluta a la ley divina, que se ajustaba al modelo del cumplimiento profético. Eran inherentes al descubrimiento de la Ciencia divina, más que causativas. Su descubrimiento tuvo sus raíces en el tiempo, raíces que llegaban más profundo que los sufrimientos personales de la Descubridora, su herencia familiar de integridad moral, su ascendencia puritana, o sus inclinaciones raciales.

Nuestra Guía dice: “Esta Ciencia es la esencia de la religión, destilada en el laboratorio del Amor infinito y preparada para todos los pueblos” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 178). Puesto que la Ciencia Cristiana fue el punto culminante y exacto de la excelente destilación de las fuerzas auto-reveladoras del Amor, ninguna otra persona estaba preparada para ser la Descubridora de la Ciencia Cristiana y la autora del libro de texto revelado espiritualmente. Por tanto, nadie más puede tomar el lugar de la Sra. Eddy como Guía del movimiento de la Ciencia Cristiana, o destruir el continuo espíritu de dicho liderazgo expresado en su Manual de La Iglesia Madre.

La Sra. Eddy fue el mensajero de la Verdad, designado por Dios, a esta época. Las generaciones futuras esperan que la humanidad reconozca totalmente este hecho. A ella no se la puede separar de su revelación. La falta de capacidad para demostrar la Ciencia Cristiana a menudo tiene que ver con un aprecio inadecuado de la verdadera posición que ocupa su reveladora, o con el hecho de no haber logrado superar el oculto antagonismo hacia su personalidad, el cual parece presentarse de formas engañosas para los desprevenidos.

La Ciencia Cristiana es el “Espíritu de verdad” (Juan 14:17), la ley que une las épocas en la demostración del Cristo siempre presente. Hoy en día, a través del preciado ministerio de la Sra. Eddy, la Verdad está plenamente revelada para que todos los hombres la practiquen. Todo Científico Cristiano es un profeta en la medida en que su visión de la realidad espiritual sea lo suficientemente clara como para disipar la ilusión del error y revelar la presencia de la Verdad eterna. Toda demostración de la Ciencia Cristiana es, en cierto grado, la profecía cumplida.

Nuestro libro de texto da la siguiente definición de “Elías”: “Profecía; evidencia espiritual opuesta al sentido material; la Ciencia Cristiana, con la cual puede ser discernida la realidad espiritual de todo lo que los sentidos materiales perciben; la base de la inmortalidad. ‘A la verdad, Elías viene primero y restaurará todas las cosas’ (Mateo 17:11)” (Ciencia y Salud, pág. 585). La Ciencia Cristiana está restaurando todas las cosas, está reemplazando las creencias falsas con hechos espirituales. La profecía bíblica aún se encuentra en el proceso de cumplirse en la vida de aquellos que ayudan a “la mujer” (Apocalipsis 12:16), aquellos que comprenden y demuestran las ideas divinas que la Sra. Eddy reveló. Se cumplirá totalmente sólo cuando la Ciencia del ser sea completamente demostrada. Entonces se verá que el hombre ama a Dios supremamente y a su prójimo como a sí mismo, por toda la eternidad. Las guerras cesarán, la materia desaparecerá, y los hijos de Dios serán todos conocidos en su inmaculada y prístina perfección, la imagen y semejanza de su Padre-Madre celestial, Dios.

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