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No hay lugar para el azar en el Amor divino

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 12 de junio de 2014

Original en francés


Cursaba la escuela secundaria cuando me interesé en la astrología. Tan pronto como supe a qué signo del zodíaco pertenecía, dejé que mi vida fuera gobernada completamente por mi horóscopo y por todos los consejos que ofrecía. Durante muchos años, acepté o rechacé muchas cosas, simplemente porque pensaba que mis días estaban determinados por las estrellas y los planetas. Mi estado de ánimo cambiaba o cancelaba alguna reunión porque mi horóscopo declaraba que tal o cual día no era favorable para mí. Nunca cuestionaba, nunca me preguntaba si esto, quizás, estaría mal. Y lo peor es que incluso terminé algunas relaciones ¡porque creía que nuestros signos del zodíaco no eran compatibles! Cuando empecé a asistir a la universidad, continué dependiendo del horóscopo constantemente.

La Ciencia Cristiana vino a rescatarme justo a tiempo. Mediante el estudio de sus enseñanzas, poco a poco aprendí que la Vida es Dios, y que el hombre, creado a Su imagen y semejanza, no puede estar a merced de la astrología o de ninguna otra cosa fuera de Dios. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o la Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el sentido correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía” (pág. 424). Tenía que aprender a poner en práctica estas verdades, dejar de apoyarme en las estrellas y en el azar, y empezar a confiar en la “infalible dirección de Dios”. En aquel entonces aprendí una lección inolvidable.

En Dios no hay días malos, porque todos los días Suyos son.

Estaba en Lubumbashi, mi ciudad natal, y tenía que regresar a Kinshasa, donde asistía a la universidad, pero no tenía dinero para el viaje. Un día, estaba pagando una factura, cuando vi junto al cajero un rollo de billetes de lotería en venta. El primer premio era un vuelo gratis de Lubumbashi a Kinshasa. ¡Realmente necesitaba ese vuelo gratis! Yo era una estudiante sin beca, y ni mis padres ni yo podíamos afrontar ese gasto. Ese billete de lotería parecía demasiado bueno y muy tentador. Compré uno, y lo guardé con cuidado en un lugar seguro.

El día en que se extrajeron los números, mi billete no aparecía entre los ganadores. ¡Me sentí devastada! Pero recapacité, y me dije que esperar en el azar nunca trae buenos frutos. Entonces oré por la situación, poniéndome en manos de Dios. Y gracias al Amor divino, encontré un asiento gratis en un avión que el gobierno había puesto a disposición de los estudiantes. El vuelo, sin embargo, estaba previsto para un viernes 13. Así que tuve que volverme de nuevo a Dios en oración, porque tenía miedo de esa fecha. Según la creencia popular, cuando el día 13 cae en viernes, estará lleno de mala suerte. Oré para comprender que en Dios no hay días malos porque “este es el día que hizo Dios” (véase Himnario de la Ciencia Cristiana, Nº 342), y que mi vida nunca está gobernada por el azar, ya sea bueno o malo. De hecho, no existe el azar, sino tan solo y por siempre la “infalible dirección de Dios”. Estos pensamientos me tranquilizaron, y me sentí en paz.

Todo lo que la Mente, Dios, crea es completamente bueno y cada uno de nosotros es gobernado y guiado solo por esta Mente.

Cuando llegué al aeropuerto, me estaba esperando otro desafío. Noté que solo estaban abordando una categoría de estudiantes, y todos ellos eran del mismo origen étnico, ¡no el mío! Entonces declaré con firmeza que en Dios hay una sola raza, la de Cristo, una raza a la que sin duda pertenezco. Todos somos escogidos por Dios, quien nos ama incondicionalmente. Después de esta oración, pude subir al avión, y tuve un vuelo muy lindo.

De estas experiencias he aprendido la siguiente lección: uno no puede comprar lo que es gratis. El Amor divino esta presente para todo el mundo, gratuitamente, es “la fuente abierta, que está vertiendo más de lo que aceptamos” (Ciencia y Salud, pág. 2). Yo quería ganar un vuelo gratis, pero pagué por un billete de lotería, y al final no conseguí nada. No obstante, después de orar, conseguí un boleto, ¡esta vez realmente gratis! Y ahora también comprendo que en la Mente, Dios, no existen números desafortunados, ni astros favorables o desfavorables, no hay días que dan mala suerte. Todo lo que la Mente, Dios, crea es completamente bueno, y cada uno de nosotros es gobernado y guiado solo por esta Mente, en todo momento y bajo toda circunstancia.

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