Los Estados Unidos, Europa, Rusia y Ucrania están actualmente envueltos en negociaciones sumamente delicadas. Hay muchas cosas en juego, entre ellas, los años de progreso económico que por largo tiempo han tenido todas las partes al trabajar juntas por el bien común.
Al orar por esta situación, he estado afirmando que el bien no puede perderse y que la acción inteligente no puede ser desplazada por la niebla de la desinformación —sin importar quién la esté generando — o la información errónea. Dios, la Mente del todo inteligente, está a cargo, y todas las partes pueden responder a la inteligencia divina, la cual les mostrará la salida de este impasse.
Si bien, no es posible predecir cuál será la consecuencia política, en nuestras oraciones, no obstante, podemos afirmar que todos los pueblos tendrán paz, progreso y serán liberados del temor. En su última cena con sus discípulos, Cristo Jesús les dijo a sus seguidores: “La paz os dejo, mi paz os doy; …No se turbe vuestro corazón, ni tengan miedo” (Juan 14:27). Esta es la paz que debemos procurar, en la cual el temor no forma parte de las negociaciones, y donde reina la paz.
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