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EL REEMPLAZO DE DAN POR MANASÉS

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 18 de marzo de 2015

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Enero de 1919.


Cualquiera que estudie los términos del Glosario de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, se preguntará por qué Dan representa el magnetismo animal. Sin embargo, al estudiar el tema más ampliamente en la Biblia, es evidente que las definiciones que el Glosario ofrece de estos términos son correctas, que Dan es realmente un tipo de magnetismo animal. Dan nació de Jacob y Bilha, sierva de Raquel (Génesis 35). El personaje de Jacob, desde un punto de vista mortal, incluye duplicidad y sensualismo; el nombre Bilha quiere decir timidez, también temor y terror. ¿Puede haber acaso un medio de cultivo más favorable para el magnetismo animal que estas cualidades de la mente mortal: duplicidad, sensualismo, temor, timidez y terror? Entre los descendientes de Dan se encuentra Husim, su hijo, cuyo nombre significa “apremio”, y Buqui, el príncipe de la tribu, cuyo nombre quiere decir pérdida. Vale la pena estudiar estos dos aspectos en la historia de Dan, sus inmediatos progenitores y sus descendientes, y es posible que en ellos encontremos lecciones útiles. Duplicidad, sensualismo, timidez, temor y terror, deben conocerse por lo que son, es decir, elementos del magnetismo animal, y deben ser destruidos; de otro modo proporcionarán el medio en el cual puede operar el error. En otras palabras, admiten a Dan. Reconocer los síntomas del magnetismo animal, y disiparlos instantáneamente con la verdad de la existencia, es hacer un progreso firme en la comprensión y demostración de la Ciencia Cristiana.

¿Y qué podemos decir de apremio y pérdida? ¿Te imaginas lo que sería la vida aquí y ahora si esta progenie de Dan fuera eliminada? Toda presión por andar de prisa desaparecería. Las limitaciones de tiempo desaparecerían. La creencia en el tiempo es lo que causa los apuros. Nos sentimos apremiados porque contamos nuestro tiempo, porque pensamos que se acerca el final. El apremio dificulta nuestro trabajo, nos hace irritables e impacientes, nos vuelve menos eficientes y hace que sea más difícil convivir con nosotros. El apremio es presión y la presión es mesmerismo, la acción del poder de la voluntad humana, que siempre está tratando de forzar que los pimpollos se abran, en lugar de permitirles desenvolverse de la manera correcta. Cuando entra en la casa de un amigo dice: “No tengo ni un minuto”, y cosas por el estilo, y el amigo también comienza a sentirse aturdido; conversa apresuradamente por teléfono, habla con frialdad a sus empleados o clientes, y es un adecuado descendiente de Dan. El único apremio legítimo es la urgencia por despertar de este sueño mortal.

La pérdida no es mejor. Necesitamos lidiar insistentemente con la pérdida de tiempo, la pérdida de dinero y, sobre todo, la pérdida de una oportunidad espiritual. Pensar en aquello que no es recto, es una pérdida; todo el tiempo que se gasta en aquello que no es real y verdadero es una pérdida, todo egoísmo es pérdida. Solo es provechoso aquello que nos hace conocer a Dios, o expresa a Dios. Tanto el apremio como la pérdida nos separan de Dios y, por lo tanto, pertenecen a la prole del sensualismo, el temor, la timidez y el terror.

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