Hoy en día, la sociedad se enfrenta con una agonía que confunde y divide a muchos periodistas, teólogos, estadistas y ciudadanos en general. Al tiempo que terroristas desesperados cometen trágicos crímenes contra la humanidad, algunas voces demandan venganza, otras pacientes negociaciones. Pero la venganza no produce ninguna solución duradera, y la impaciencia aumenta mientras la agonía continúa.
Las circunstancias actuales nos están empujando a recurrir a medios espirituales, no simplemente para consolar nuestra angustia sobre los efectos del terrorismo, sino para protegernos a nosotros mismos y a otros, de ese terrorismo. Puede lograrse. Debemos ser modestos, pero la solución está presente. Asume la forma de una idea espiritual más elevada de la que la mayoría de nosotros ahora entendemos. Pero no está fuera de nuestro alcance de ninguna manera. Es necesario que miremos más profundamente y con cuidado en el lugar correcto.
El lugar correcto donde debemos mirar es la vida y enseñanzas de Cristo Jesús. Él tuvo que enfrentar traición, engaño, injusticia, brutalidad y ejecución. No obstante, mediante el amor de Dios, él triunfó. A través de la ley divina, fue victorioso. Salió de su sencilla tumba; y la Ciencia de la Vida eterna que esto ilustra imparte la luz más poderosa y pura que se haya conferido o que se conferirá a la raza humana.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!