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Ni villanos ni víctimas

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 25 de junio de 2015

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Febrero de 1943.


En el escenario de los acontecimientos humanos, ¡con qué frecuencia aparecen personajes que desempeñan los papeles de villanos y víctimas! El hombre fraudulento engañando a los crédulos, el ladrón quitando sus pertenencias a los incautos, el falso y ambicioso conspirando para desplazar a otro, el marido dominante y la esposa sufrida, el inmoral maquinando la caída del inocente, el malicioso intentando socavar y destruir a sus semejantes, el gobernante inescrupuloso oprimiendo pueblos conquistados. Es un cuadro muy triste: la mente mortal, alias los mortales, con móviles deshonestos y ciegos, abusando de otras mentes mortales. Todas ellas son ilustraciones de la declaración de la Sra. Eddy: “Este falso sentido de la existencia es fratricida” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 539).

¿Qué se puede hacer al respecto? Mucho, muchísimo. Cada una de estas escenas y escenarios pueden ser, deben ser, quebrantadas, borradas y aniquiladas. Pero ¿Cómo? Por medio de la Mente de Cristo, la consciencia otorgada por Dios, que sabe que no existe otra causa sino Dios, el bien infinito, y ningún otro efecto sino el de las ideas e identidades de Dios. A menos que estas trágicas escenas sean conocidas por la Mente que todo lo sabe, no pueden ser sustanciales y reales, y no pueden hacer frente al pensamiento autorizado por Dios que reconoce su iniquidad y falsedad: su insustancialidad.

Lo que parece hacerlas tan reales, es la arraigada creencia de los mortales de que existe una mente mortal, material, identificada en los mortales que actúan, ven y piensan materialmente, y que esta supuesta mente, con sus títeres mortales, es tan real como la Mente deífica y sus identidades espirituales. Como cualquier otro error, esta creencia equivocada puede ser destruida a medida que conocemos el hecho que destruye el error, el cual es revelado en la Biblia y en Ciencia y Salud. Este hecho es que la realidad es el Espíritu, la Mente, Dios, quien incluye en Sí mismo la única consciencia verdadera, la vista, el oído y el sentir de todos los hombres. Por ser Sus ideas y testigos, Él hace que expresen solo el bien los unos a los otros. Para Dios y para los Suyos no existe ni mente mortal ni villano ni un mortal que piense equivocadamente, ni marionetas del mal, así como tampoco ningún mortal que sea una víctima capaz de ser engañado y devastado por el mal. La inteligencia infinita no conoce nada de eso. No existen tales conceptos. No se conocen dichos papeles.

Si alguno es tentado a creer que, ahora o en el pasado, ha sido víctima de algún villano, la idea Cristo eliminará esa mentira de su consciencia y experiencia. Permitamos que se prepare para percibir cuál era el hecho divino que estaba ocurriendo allí mismo donde el error argumenta que se estaba desarrollando alguna actividad de “villano-víctima”. Dejemos que se pregunte si Dios alguna vez entregó Su omnipresencia a otra mente, o si el universo de Dios, poblado con Sus hijos, alguna vez cedió el lugar a una escena burlesca del mal. La idea espiritual de la existencia revela el hecho de que la pretensión falsa de la mente mortal, de que ha creado un universo material y lo ha poblado con personalidades maliciosas, engañosas, ladronas y dominantes, puede ser enfrentada y anulada por la verdad de que Dios, el único que está presente en todas partes, la Mente del todo inteligente, es la única causa y constituye el único universo, compuesto por Sus ideas e identidades, las cuales piensan lo que Dios las hace pensar, hacen lo que Dios las hace hacer. En el reino de Dios, y no existe otro, no existe una sustancia de la cual se pueda crear un villano o una víctima, no existe consciencia ni sentidos que los puedan ver o sentir.

“A” una vez soñó que se peleó con su vecino “B”. En su sueño, atacó a “B” con patatas, tomates, y luego con una pistola y balas, y finalmente hirió a “B”. Entonces “A” se despertó afligido y descubrió que no había herido a su prójimo “B” en absoluto. ¿Por qué no? Porque “B” no estaba en el sueño de “A”. “B” estaba en una esfera diferente de pensamiento. ¿Cómo fue, entonces, que “A” pudo dirigirle sus misiles? Fue en su propia concepción del sueño.

Todo pensador malvado apunta a su propia concepción errónea del hombre, su propia concepción del sueño. Su pensamiento oscurecido hace que le resulte imposible discernir la verdadera individualidad de su hermano, que es siempre espiritual y está “escondida con Cristo en Dios”. De modo que tu defensa segura, al igual que la mía, es no consentir jamás en creer que estamos en el sueño de un pensador malvado. ¿Por qué? Porque nuestro único estado es ser los hijos de Dios, habitar en la familia universal de Dios, donde todas Sus ideas viven, aman y piensan en la paz y unidad naturales ordenadas por Dios.

Mary Baker Eddy dice: “La flecha mental lanzada por el arco de otro prácticamente no daña, a menos que nuestro pensamiento la arme de púas” (Escritos Misceláneos, pág. 223, 224). Las púas de la punta están en sentido opuesto a la dirección de la flecha. Son las que hacen que la flecha se quede sujeta en un blanco y sea difícil de quitar.

Es nuestra propia creencia temerosa de que somos mortales y que el pensamiento malvado de otros mortales puede hacernos daño, la que parece ponerle púas a las flechas mentales. De lo contrario, esas saetas negativas serían tan impotentes como lo eran los misiles en el sueño de “A” para dañar a “B”. “B” estaba fuera del sueño de “A”, estaba fuera de su alcance. Nosotros también. Estamos fuera del sueño del que piensa mal, fuera de la mente mortal; estamos en Dios, la Mente inmortal. Nada puede tentar al Hijo de Dios a salir del reino del Amor y convertirse en blanco en la galería de tiro privada de algún mortal que piense mal. El arquero y sus flechas también son un sueño; pero el hombre sigue reflejando a Dios, no está en peligro, y vive sin temor y libre. El montaje del mal de que existe un villano y una víctima, está fuera de la infinitud de Dios, y no puede entrar en ella. El hombre, el único verdadero tú y yo, está dentro de la infinitud de Dios, y no puede salir de allí. En realidad, no puede haber ninguna parte externa a la infinitud de Dios, por lo que las suposiciones malignas no se amontonan en ninguna parte. Carecen de lugar, así como de sustancia.

“Ama a tus enemigos”, dijo Jesús; y la Sra. Eddy escribe: “‘Ama a tus enemigos’ es idéntico a ‘No tienes enemigos’” (Escritos Misceláneos, pág. 9). ¿Cómo es esto? Se debe a que la Mente única, al poblar su universo con sus ideas, no puede causar o permitir que sus ideas contiendan unas contra otras. Todas viven para el mismo propósito. Todas son gobernadas por la misma ley. Todas están “juntamente edificadas para morada de Dios” (Efesios 2:22). Cada una es completa, y no puede tomar nada de otra, no puede competir con otra, dominar o ser crítica u odiar a otra. La Mente única causativa proscribe cualquier insensatez, y lo hace universalmente, en toda individualidad.

Rechacemos el papel de víctima tanto como rechazamos el papel de villano. Ambos son igualmente desconocidos para Dios y Sus ideas. Conócete a ti mismo, y conoce a tu hermano como Dios los conoce a ti y a él. Nadie puede hallar el cielo por sí mismo sin hallar a su hermano allí también. La Mente de Cristo es el camino. No hay lugar alguno para conceptos falsos como son villanos o víctimas; sólo hay lugar para el único Dios y Sus ideas que expresan Amor. El hombre, individual y colectivamente, nunca es el objeto de la maldición del mal. Es por siempre el objeto del amor y bendición continuos de Dios.

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