Todos queremos tener un cuerpo saludable, y muchos han descubierto que considerar que sus cuerpos son sirvientes en lugar de amos, es dar un paso importante para tener menos dificultades con ellos. En un sentido muy real, el hombre es la expresión concreta y consciente de las ideas del Espíritu, y de aquellas facultades, capacidades y cualidades que lo caracterizan como el reflejo espiritual de Dios.
No obstante, desde el punto de vista humano, parece que tenemos cuerpos materiales para que los utilicemos. Los mismos nos identifican con nuestro ambiente, y cambian a medida que cambia nuestro pensamiento. Los cuerpos desaparecerán cuando estemos totalmente conscientes de nuestra identidad espiritual, o cuerpo verdadero. Por el momento, una comprensión de la Ciencia que relaciona al hombre con la Mente divina, hace que uno sea progresivamente superior a la percepción humana del cuerpo. Nos permite alcanzar una sensación cada vez mayor de dominio sobre la percepción material del existir.
A medida que el pensamiento se espiritualiza, abrigamos una percepción espiritual del cuerpo, en vez de una material. Con la claridad del discernimiento espiritual, comprendemos que solo puede haber un concepto verdadero del cuerpo. Además, vemos que lo que parece estar mal en nuestro cuerpo físico, solo está mal en nuestra falsa percepción del cuerpo. En consecuencia, cuando el sentido falso es corregido, el cuerpo sana. Esto se logra a medida que cambiamos la percepción material por la percepción espiritual del cuerpo.
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