Cuando estamos anticipando algún suceso feliz u ocasión placentera, tal vez lo anotemos en nuestro calendario, e incluso contemos los días al acercarse el momento. Quizá la ocasión requiera preparación. Al prepararnos, nuestra anticipación aumenta. Cada día nos acerca más al tan esperado suceso.
No obstante, por encima y más allá de lo que cualquier circunstancia u ocasión humana pueda prometer o brindar, están la alegría y la paz de conocer mejor a Dios, de sentir más cerca Su presencia. Mary Baker Eddy escribió una vez: “Hoy mi alma solo puede cantar y volar. Un sentido creciente del amor, la omnipresencia y la omnipotencia de Dios me envuelve. Cada día Lo siento más cerca, Lo amo más, y humildemente oro para servirlo mejor” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 174).
Quizás no empecemos siempre nuestro día con una canción en nuestro corazón. Tal vez sea porque tenemos miedo de lo que pensamos que las próximas horas exigirán de nosotros, especialmente si estamos luchando con una enfermedad, o una relación o problema financiero. Sin embargo, muchos han encontrado que dichas ocasiones son oportunidades para sentir de manera más tangible que nunca, la cercanía de Dios, de experimentar Su amor y tierno cuidado siempre presentes. Puesto que Él es omnipresente, está siempre dispuesto a contestar toda oración sincera y responder a toda necesidad humana.
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