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El afectuoso propósito de nuestro Padre

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 29 de enero de 2016

Original en francés


Cristo Jesús enseñó que todos los hombres tienen un Padre, un creador. Dijo: “No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mateo 23:9). 

Por ser el Padre de todos, Dios, el Amor infinito, cuida de Sus hijos. Él no los abandona. Él provee todo el bien y la alegría. Todos tenemos que saber que no deberíamos confiar el rumbo de nuestras vidas a nosotros mismos, sino apoyarnos en Dios, la fuente de la verdadera felicidad. Todos estamos bajo Su cuidado.

La Biblia, que leen los cristianos en todo el mundo, describe en el primer capítulo del Génesis, que Dios creó el universo espiritual y al hombre a Su imagen y semejanza. En este universo espiritual, todos los seres viven en el reino divinamente ordenado de Dios. Nadie puede obtener dominio sobre otro. Todos viven en armonía, porque tienen un Padre-Madre que es Dios, su único creador. 

Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribió en Retrospección e Introspección: “Cada individuo debe llenar su propio nicho en el tiempo y en la eternidad” (pág. 70). Cada individuo en la creación de Dios ocupa su propio lugar, y nadie puede ocupar el lugar de otro, ni reemplazar a otro. Nadie puede ser desplazado.

El estudio concienzudo de la Ciencia Cristiana a través de los escritos de la Sra. Eddy, nos ayudará a demostrar que en realidad, cada persona está siempre en su verdadero lugar, que Dios, nuestro único creador, le ha dado. Y esto es verdad, incluso cuando las circunstancias humanas parecen ser abrumadoramente difíciles.

Nadie puede ser desplazado.

Todos los hijos de Dios viven en una familia espiritual. Y esta familia no puede ser desplazada ni fragmentada. La Biblia nos tranquiliza al preguntarnos: “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?” (Malaquías 2:10). Y Mary Baker Eddy hace eco a este punto en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Debiera entenderse plenamente que todos los hombres tienen una única Mente, un único Dios y Padre, una única Vida, Verdad y Amor. El género humano se perfeccionará en la proporción en que este hecho se torne aparente, cesarán las guerras y la verdadera hermandad del hombre será establecida” (pág. 467). 

Cuando comprendemos que nuestra naturaleza es ser hijo de Dios, esta comprensión nos ayuda a salir adelante en la vida y a superar las dificultades, sin sentir que tenemos que competir con otros o hacerles daño. Dios nos ha asignado a cada uno de nosotros un propósito espiritual, el cual es expresarlo a Él de diversas maneras. Y el plan de Dios se lleva a cabo, es expresado, a través de cada uno de Sus hijos.

“No [mire] cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:4, 5). Esta Mente, que es Dios, que expresamos a través del amor, la hermandad, la alegría, la ternura, la compasión, la justicia, etc., es la fuente y la sustancia de los recursos que Dios vierte sobre nosotros a diario.

Al comprender que somos hijos de Dios, creados a Su imagen y semejanza, demostramos nuestro lugar y cumplimos la misión que nuestro Padre nos ha asignado. Y este designio de Dios, nuestro Padre, se está realizando totalmente en nuestras vidas.

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