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El Espíritu Santo y la curación

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 19 de agosto de 2016

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Agosto de 1995.


Mary Baker Eddy brinda a aquellos que están en la práctica de la curación cristiana, este aliento e instrucción: “Mantén perpetuamente este pensamiento: que es la idea espiritual, el Espíritu Santo y el Cristo, lo que te capacita para demostrar, con certeza científica, la regla de la curación, basada en su Principio divino, el Amor, que subyace, cobija y envuelve todo el ser verdadero” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 496). El Espíritu Santo y el Cristo. Para muchos, Cristo es un término conocido, pero ¿qué es el Espíritu Santo, y de qué manera ayuda en la obra sanadora?

La Ciencia Cristiana enseña que el Espíritu Santo es sinónimo de Ciencia divina, el Consolador prometido por Cristo Jesús. Es la plena revelación de la Verdad, dando a conocer las cosas más profundas de Dios y el valor espiritual de la vida de Su Hijo, Cristo Jesús. La vida de Jesús reveló la profundidad, altura, anchura y poder del Amor divino. El Espíritu Santo revela que el Amor es inmortal y omnipresente, el Principio que está por siempre en operación. Presenta al hombre como la obra del Amor, que vive en el reino del Amor, bajo la regla del Amor; como el reflejo perfecto y constante de Dios. En el Glosario de Ciencia y Salud, la Sra. Eddy proporciona el significado espiritual de Espíritu Santo: “La Ciencia divina; el desarrollo de la Vida, la Verdad y el Amor eternos” (pág. 588). Esta Ciencia es vital; un poder viviente. Opera universalmente, sin límites. Desenvuelve el poder sanador del verdadero cristianismo.

La Ciencia divina presenta toda la gloria de Dios. En la Ciencia, Dios jamás se ve separado de Su manifestación, porque el Principio y la idea, Dios y el hombre, son uno en el ser. Jesús estaba consciente de esta relación divina con Dios. Oraba: “Ahora, pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:5). La individualidad verdadera del hombre, como la presentaba el Cristo, nunca ha estado separada de Dios, sino que habita eternamente con nuestro Padre por ser Su imagen y semejanza. La Ciencia divina nos recuerda que el Cristo destruye la creencia en un hombre semejante a Adán, en un hombre separado e independiente de su creador. El hombre es el resultado directo de Dios, el resultado de la actividad de la Verdad, de la Vida, del Espíritu. ¿Acaso puede el resultado de la Verdad ser error? ¿Puede el resultado de la Vida ser la muerte? ¿Puede acaso el resultado del Espíritu ser un mortal pecador? Jamás. Dios es el Principio viviente, la causa o autor perpetuo de todo el existir. La identidad, esencia y naturaleza del hombre se encuentran en él y solo son de Dios. El Espíritu Santo revela que el hombre refleja toda la gloria de Dios.

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