Cuando era una joven estudiante de la Ciencia Cristiana, me costaba compatibilizar la “declaración científica del ser” de la Sra. Eddy —incluso su declaración de que “no hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia”Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 468. — con otra de sus declaraciones: “La Mente inmortal, que gobierna todo, debe ser reconocida como suprema tanto en el así llamado reino físico como en el espiritual”.Ibíd., pág. 427. Me sentía confundida sobre cómo aplicar a los problemas físicos una Ciencia que niega la existencia de la materia.
Para mí la pregunta fue contestada en otra declaración de la Sra. Eddy: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos, y cambia los objetos del sentido por las ideas del Alma”.ibíd, pág. 269. Comencé a darme cuenta de que incluso en el reino físico todas las cosas son en realidad pensamientos. Los buenos pensamientos se derivan del Principio divino, la Mente, y los malos pensamientos no tienen ni vida, ni sustancia ni inteligencia.
La declaración de que 2 + 2 = 3 no tiene parte ni lugar en nuestro sistema numérico normal; no obstante, está sujeta al aspecto correctivo de dicho sistema. La declaración de hecho está compuesta por cantidades válidas, pero puesto que la relación entre ellas no está de acuerdo con la realidad, se trata de una declaración de lo que no es verdad acerca de las cifras incluidas en ella. En música, el intervalo de cinco notas seguidas no forman parte de un coro para cuatro voces normal, no obstante, dicho error está sujeto a las reglas que gobiernan este forma musical.
De igual manera, todos los elementos o partes de la anatomía humana son pensamientos. Los desarreglos y síntomas de enfermedad no forman parte del Principio divino, el cual gobierna el cuerpo. Aun así, los mismos están sujetos al aspecto correctivo de la ley divina. El pecado, la enfermedad y la muerte no son menos naturales para el hombre, que los errores para la música o la aritmética.
Este punto es de gran ayuda al aprender a aplicar la Ciencia Cristiana absoluta a los problemas físicos. Comprender el control divino de la Mente infinita y la naturaleza mental de la anatomía humana, no solo es útil al sanar al enfermo, sino en todas las actividades que envuelven el cuerpo humano, tal como las artes, la danza, el atletismo, el matrimonio, y así sucesivamente. La jurisdicción de la Mente divina, el Amor, tiene el efecto de sostener los pensamientos humanos que correctamente simbolizan y representan conceptos, cualidades y funciones espirituales, y de disolver aquellos pensamientos humanos que no representan la presencia de Dios, el bien, y son por lo tanto erróneos.
Esta forma de ver las cosas puede ir aún más lejos. Si la metafísica resuelve todas las cosas en pensamientos, entonces las personas son pensamientos y los lugares son pensamientos. Los dólares, libras, peniques y francos, son todos pensamientos. El mercado de valores, los negocios, los sindicatos, los conglomerados y las iglesias, todos son pensamientos compuestos.
¿Cuál es la relación entre estos pensamientos y el hombre? El hombre real es la expresión, el reflejo, de la Mente divina. Por lo tanto, refleja la jurisdicción que esa Mente divina, o Ego, tiene sobre todos los pensamientos. Es así como el hombre individual tiene dominio sobre la tierra: reflejando el poder infinito que la Mente que todo lo sabe tiene sobre sus ideas. Cuando el ser humano refleja en su pensamiento la verdad de que la vida, la sustancia y la inteligencia son espirituales y buenas, su experiencia refleja, en términos de cosas y pensamientos humanos, la armonía, salud, afluencia, fortaleza e inteligencia naturales de su existencia espiritual original.
La práctica de la Ciencia Cristiana toma los conceptos del Espíritu y las cualidades del Amor divino, y abraza todos los pensamientos complejos con los que se enfrenta la humanidad, incluso aquellos que son políticos, económicos, financieros y sociales. Es así como el Científico Cristiano individualmente puede, mediante su oración, tener una influencia en los asuntos mundiales. Cuando renunciamos a nuestro sentido humano del yo, comprendemos en cierto grado la unicidad de la Mente divina e infinita, y humildemente nos esforzamos por reflejar la voluntad y acción de esta Mente, hallamos que reflejamos una vasta influencia y poder mentales para el bien en los asuntos mundiales. Es así como el manso puede heredar la tierra.
Cuando un sentido personal del ego trata de heredar o dominar la tierra material, se vuelve tiránico y codicioso, y puede expresarse mediante una dictadura. El sentido personal conquistaría al mundo sometiendo personas y naciones. Pero cuando el Cristo, como la manifestación de la Mente divina e inteligente, abraza nuestra percepción de la creación, permitimos que se haga la voluntad de Dios y tenemos plena confianza en la forma en que Él dispondrá espiritualmente de los hechos. El sentido espiritual no somete personas y naciones, sino que somete la creencia en un universo físico auto creado y que actúa por sí mismo. El cristiano científico se transforma en un conquistador del mundo al permitir que la Verdad y el Amor dominen sus creencias acerca del mundo, y al permitir que la devoción, o su naturaleza semejante al Cristo, impulse sus móviles y sus esfuerzos. Vence el sentido personal del yo comprendiendo que la Mente divina, el Ego infinito, es su Mente.
Esta oración no es una afirmación generalizada del bien abstracto. La oración en la Ciencia Cristiana trata pensamientos específicos, y los pone bajo la jurisdicción correctiva de la Verdad divina, el principio del Cristo. Esa es una de las razones de que, en la Ciencia Cristiana, la oración que sana se denomina tratamiento de la Ciencia Cristiana.
A medida que ejercemos, mediante la oración, esta influencia individual y poderosa en los asuntos mundiales, es importante comprender los siguientes puntos: que el concepto de un ego personal es erróneo; que todos los hombres tienen una sola Mente divina e infinita; que cada individuo es, en su existencia real, un reflejo espiritual —una identidad consciente— en esta Mente; y que todo pensamiento humano, ya sea legítimo o erróneo, está bajo la jurisdicción de esta Mente, eliminando errores y desenvolviendo la propia manifestación y expresión individual de la Mente.
La aplicación de estas verdades a problemas específicos hará que el error no tenga poder alguno, y sacará a relucir el poder y el efecto del Cristo en los asuntos humanos. Las guerras, el crimen organizado, las epidemias, las hambrunas, el contagio de la animalidad y el pecado compasivo, son declaraciones de lo que no es verdad acerca de la vida, el hombre, la existencia, las relaciones, y otras cosas por el estilo.
De modo que, incluso la materia y el error están sujetos a la presencia correctiva de la Mente, el Principio divino, porque todas las cosas, desde las moléculas hasta las montañas, son realmente pensamientos. Esta comprensión hace que sea práctica para nosotros la oración de Cristo Jesús “hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra’”Mateo 6:10., y aquella de David: “Tuya es, oh Señor, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Señor, es el reino, y tú eres excelso sobre todos”.1º Crónicas 29:11.
La curación en la Ciencia Cristiana es el proceso de ajustar las creencias humanas sobre la base de la jurisdicción divina, de manera que se sometan a los hechos espirituales y verdaderos.