Antiguamente, los percebes se afianzaban en gran número al casco de los barcos transoceánicos y, si cada tanto no se los removía, retrasaban considerablemente el movimiento de las embarcaciones. Gracias a las investigaciones realizadas con sustancias químicas, actualmente existe una pintura para los cascos de los barcos que, por sus características, impide que los percebes se fijen en la parte inferior de los mismos.
Muchos mortales se sienten infelices porque creen que cierta forma de pecado, enfermedad, impedimento, relación desagradable o circunstancia adversa, se ha fijado como un percebe en sus vidas, y no encuentran la forma de liberarse. Creen que el mal puede fijarse y unirse a ellos de alguna manera, y que tienen poca esperanza de contender exitosamente contra sus agresivas pretensiones. Si lo que los mortales ven, oyen y sienten materialmente es aceptado como evidencia decisiva de la condición de hombre, esa triste conclusión es justificada.
No obstante, la Ciencia Cristiana está despertando el pensamiento para que halle una mejor y más verdadera percepción de la existencia: el sentido espiritual. Este concepto de la existencia muestra que Dios, la causa única, es el Espíritu infinito, la Mente, la fuente y sustancia de todo lo que realmente es, y el hombre, individual y colectivamente, es la evidencia, o expresión, de Dios; por ende, es semejante a la Mente y es espiritual, no es mortal ni semejante a la materia.
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