Conocí la Ciencia Cristiana cuando tenía 20 años. En aquel entonces sufría de una depresión muy profunda porque me sentía sola. No quería dormir ni comer. Entonces sentí el impulso de llamar a una tía que es Científica Cristiana, y ella empezó a orar por mí. Me recomendó que leyera este pasaje de la Biblia: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9). Y a partir de allí empecé a estudiar la Ciencia Cristiana y me sané por completo de la depresión.
Más recientemente, me desperté un día con fiebre y con lo que parecían ser síntomas de gripe, y no pude ir a trabajar. Comencé a orar como he aprendido con mi estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, y me mantuve tranquila.
Soy Primera Lectora en mi Iglesia filial de Cristo, Científico, en Caracas, y aquel miércoles me sentí bien como para dirigir la reunión de testimonios. Al salir de la iglesia me pareció que estaba totalmente libre de los síntomas.
Sin embargo, por la mañana, al levantarme para ir al trabajo, noté algunos síntomas que una de las jefas de la oficina posteriormente confirmó, eran síntomas del virus Zika. Su sobrina estaba hospitalizada por tener la misma enfermedad, así como también la hija de otro compañero de trabajo, así que estaban bien al tanto de los síntomas.
Continué orando y declarando que la salud es una cualidad de la Mente divina, no del cuerpo humano. Dios hizo al hombre espiritual, perfecto y sano, y yo sólo podía manifestar la armonía eterna de la Mente divina. Yo sabía que el cuerpo material no tiene sensación o inteligencia, y que soy sana porque soy una idea perfecta en la Mente infinita. Me quedé en casa haciendo reposo, debido al temor que tenía la gente al contagio.
Le pedí a un compañero que estudia la Ciencia Cristiana, que me apoyara con sus oraciones, y me dijo que Dios siempre nos mantiene en armonía perfecta, que nos cobija y protege; que pensara que estar bien es mi derecho. El domingo me sentí bien y fui Primera Lectora en el servicio religioso, y el lunes volví al trabajo totalmente sana. Todos en mi oficina y en mi ámbito familiar estuvieron protegidos.
Sucedió algo más. Una compañera de trabajo que conozco desde hace varios años, me dijo que otra compañera más joven no creía en Dios. Nosotros nunca le habíamos hablado de la Ciencia Cristiana. Sucedió que cuando me quedé en casa, debido al virus del zika, esta muchacha me escribió para ver cómo estaba, y me dijo que ella no estaba preocupada por mi salud porque sabía que yo oro. Fue así como empezamos a hablar de la Ciencia, y ella reconoció la influencia que la oración tuvo para lograr mi curación.
La Ciencia Cristiana es un regalo maravilloso, y estoy infinitamente agradecida a la Sra. Eddy quien con tanta generosidad nos dio esta gran bendición que nos permite conocer a fondo las enseñanzas de nuestro Maestro Cristo Jesús, con las que podemos vencer todo tipo de mal, y tener una vida útil, feliz y llena de provecho.
María Alexandra Higuera, Caracas