El autobús estaba lleno y no había asientos vacíos, así que me quedé un poco detrás del asiento reservado para gente de avanzada edad. En una parada, una señora mayor subió lentamente al autobús y un joven, apurado, trató de adelantarse y enojado la insultó, usando palabras muy agresivas.
Por un momento, me sentí enojado con el joven, pero entonces recordé una idea en la que había estado pensando justo antes del incidente: “Estoy ante la presencia del Amor y expreso la paz de Dios; estoy con Dios, y avanzo con Dios”. Y al ver que el muchacho amenazaba con lastimar a la señora, también pensé: “Esta verdad es verdad para mí y para todos en este autobús”. Recordé la omnipresencia de Dios, que es Amor, y pensé: “Yo ya estoy, y todos aquí están, en absoluta paz, porque tenemos nuestro ser en Dios, el Amor divino, y la agresión no tiene realidad, porque el Amor nos rodea por completo”.
Si Dios es la única causa, Él produce todo efecto, y Su efecto solo puede ser el bien expresado en el universo y en todos nosotros, Sus hijos.
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