Cuando estaba en el último año del bachillerato, me desperté una mañana sintiéndome muy enferma. Había una historia en la primera página de nuestro diario local que decía que una inflamación infecciosa en la garganta estaba circulando en nuestra comunidad y afectando a muchas personas. Sentí que tenía todos los síntomas que mencionaba el artículo.
Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con mis oraciones. Ella me señaló la descripción de hombre en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, la cual incluye este pasaje: “El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales” (pág. 475). Al pensar en estas ideas, sustituí hombre por mí misma y oré para saber que “yo no soy materia; no estoy constituida de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales”. Esto hizo que mi pensamiento se apartara del cuerpo, y me ayudó a identificarme a mí misma espiritualmente. Comencé a ver con más claridad que lo que estaba sintiendo en realidad no formaba parte de mí.
Al orar para percibir su verdadera identidad, nuestra joven autora sanó de una infección en la garganta.
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