Una de las más grandes declaraciones de todos los tiempos sobre la seguridad se encuentra en las Escrituras: "El que habita en el lugar secreto del Altísimo, morará seguro bajo la sombra del Omnipotente” (Salmo 91:1, según versión King James).
El texto de este Salmo continúa hablando del refugio y la fortaleza, de ser liberados del lazo, la pestilencia y la mortandad. Declara que ninguna plaga se acercará a la morada de aquel que hace de Dios su habitación. Los ángeles se encargarán de cuidarlo, tendrá una vida larga y satisfactoria, se le mostrará salvación; todo ello porque puso su amor en el Altísimo y mora en Su lugar secreto, bajo Su sombra.
Es evidente que el autor del Salmo sabía mucho acerca de la seguridad que se tiene al habitar en oración dentro de la Mente divina. Es obvio que el hecho de morar en “el lugar secreto” −la unidad del hombre con Dios− es espiritualmente mental, algo que viene por medio de la oración, la comprensión y el poder espiritual, y no depende del lugar, la circunstancia o determinación externa alguna. Es claro que estas promesas indican que encontramos seguridad cuando amamos y obedecemos la ley y el precepto divinos, dentro de la comprensión protectora de la omnipresencia de Dios.
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