Faltaban cuatro horas para mi primera actuación en la comedia musical de mi escuela, y no podía encontrar mi lengüeta, parte pequeña de mi boquilla del cuerno inglés. No había forma de que pudiera tocar mi instrumento sin ella, y empecé a entrar en pánico. ¿Qué ocurriría si no la encontraba? ¿Qué pasaría si no podía actuar? Mientras estos pensamientos se agolpaban en mi cabeza, empecé a sentirme abrumada por la vergüenza y el temor.
La verdad es que no recurrí a Dios de inmediato en busca de ayuda, como me di cuenta posteriormente que debería haber hecho. En cambio, desesperada volví a los lugares donde había estado alrededor de la escuela. Empecé a sentir mucha frustración porque recientemente como que se había vuelto una costumbre para mí olvidar las cosas. Parecía que no podía pensar con claridad por los sentimientos de autocondena, temor y duda que tenía.
Después de media hora de buscar, fui a ver al instructor de mi banda y a otro maestro y les conté lo que pasaba. Como asisto a una escuela de Científicos Cristianos, ellos me ayudaron a pensar de manera diferente sobre la situación. Uno de mis maestros me alentó a que revisara mi cuarto y también declaró con firmeza y enfáticamente que yo jamás podía estar sin lo que necesitaba, declaración basada en el hecho espiritual de que todas las ideas correctas provienen de Dios. Como sabía que es imposible estar separada de Dios, que es el Espíritu infinito, también sabía que jamás podía estar separada de algo bueno, incluso de todo lo que necesito para expresar alegría y armonía, que era de lo que se trataba esta actuación.
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