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Para jóvenes

Escuchar a Dios claramente

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 14 de mayo de 2018


Faltaban cuatro horas para mi primera actuación en la comedia musical de mi escuela, y no podía encontrar mi lengüeta, parte pequeña de mi boquilla del cuerno inglés. No había forma de que pudiera tocar mi instrumento sin ella, y empecé a entrar en pánico. ¿Qué ocurriría si no la encontraba? ¿Qué pasaría si no podía actuar? Mientras estos pensamientos se agolpaban en mi cabeza, empecé a sentirme abrumada por la vergüenza y el temor.

La verdad es que no recurrí a Dios de inmediato en busca de ayuda, como me di cuenta posteriormente que debería haber hecho. En cambio, desesperada volví a los lugares donde había estado alrededor de la escuela. Empecé a sentir mucha frustración porque recientemente como que se había vuelto una costumbre para mí olvidar las cosas. Parecía que no podía pensar con claridad por los sentimientos de autocondena, temor y duda que tenía.

Después de media hora de buscar, fui a ver al instructor de mi banda y a otro maestro y les conté lo que pasaba. Como asisto a una escuela de Científicos Cristianos, ellos me ayudaron a pensar de manera diferente sobre la situación. Uno de mis maestros me alentó a que revisara mi cuarto y también declaró con firmeza y enfáticamente que yo jamás podía estar sin lo que necesitaba, declaración basada en el hecho espiritual de que todas las ideas correctas provienen de Dios. Como sabía que es imposible estar separada de Dios, que es el Espíritu infinito, también sabía que jamás podía estar separada de algo bueno, incluso de todo lo que necesito para expresar alegría y armonía, que era de lo que se trataba esta actuación.

Al principio, cuando me dirigí a revisar mi cuarto, todavía me sentía desalentada. Sin embargo, ahora por lo menos estaba orando, y a medida que lo hice, recordé un pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Describe que Dios es “la Mente que todo lo oye y todo lo sabe, para quien cada necesidad del hombre es siempre conocida y por quien será satisfecha” (pág. 7). Me di cuenta de que, en ese mismo momento, Dios verdaderamente me estaba dando todo lo que necesitaba, incluso el discernimiento y la claridad necesarias para encontrar algo que parecía estar perdido.

Cuando llegué al edificio, tuve otro cambio en el pensamiento. En lugar de sentir que yo era responsable de encontrar algo, comprendí que Dios era mi guía. Toda idea correcta que necesitara vendría de Él, no de mí al pensar detenidamente o correr alrededor con desesperación. Pensé en otro pasaje de Ciencia y Salud que reforzó esta idea: “La intercomunicación es siempre de Dios hacia Su idea, el hombre” (pág. 284). Sentí renovada confianza en que Dios se estaba comunicando conmigo con claridad.

A pesar del hecho de que estaba convencida de haber perdido la lengüeta en algún lugar del edificio de la escuela, me vino fuertemente la idea de revisar la cómoda de mi cuarto. Sabía que este era un mensaje divino, asegurándome que tenía todo lo que necesitaba, y rápidamente miré donde se me había indicado. Una gran sensación de alivio me embargó cuando vi la lengüeta. Sentí un torrente de amor puro y de paz, y Le agradecí a Dios de inmediato.

Después de este cambio en el pensamiento, mis tres actuaciones transcurrieron armoniosamente. Sin embargo, ocurrió algo aún más importante. Después de esta experiencia, he sentido un deseo cada vez más grande de comprender a Dios y de sentirme cerca de Él, y de detenerme para escuchar Sus mensajes más constantemente. Esta curación me demostró que la ayuda y la comunicación de Dios están siempre a nuestro alcance, y que cada uno de nosotros tiene la habilidad de escuchar a Dios claramente.

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