Cuando una nueva idea espiritual es traída a la tierra, la palabra profética de Isaías nuevamente es cumplida: “Un niño nos es nacido,… y se llamará su nombre Admirable”.Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy, pág. 109
Difícilmente haya un suceso más preciado y sagrado en la historia cristiana que el nacimiento virginal de Cristo Jesús. Nada puede privar a este suceso de su singularidad, su lugar fundamental en la teología del cristianismo, o su significado tan especial para el cristiano.
No obstante, la teología de la Ciencia Cristiana muestra la importancia imperecedera de este histórico suceso y explica que el nacimiento virginal no fue un milagro, no fue una desviación de la ley natural, sino una prueba de la Ciencia de la verdadera creación, en la que Dios, el Espíritu, es el único origen y continuidad del hombre y del universo. La Sra. Eddy, su Descubridora, explica: "Aquellos instruidos en la Ciencia Cristiana han alcanzado la gloriosa percepción de que Dios es el único autor del hombre. La Virgen-madre concibió esta idea de Dios, y le dio a su ideal el nombre de Jesús, es decir, Josué, o Salvador” (Ciencia y Salud, pág. 29).
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