Para aquellos que luchan con un dolor crónico, ansiedad o depresión, los medicamentos representan la promesa de un oasis largamente añorado en lo que puede parecer un desierto interminable. Pero el alivio que ofrecen estas drogas es un espejismo de poca duración, y para muchas personas viene con el alto precio de la dependencia. Durante las últimas dos décadas, el abuso de las drogas, la adicción y las muertes relacionadas con las sobredosis, han aumentado considerablemente. Se ha intensificado la búsqueda de formas menos dañinas para superar el dolor, así como para tratar la adicción. Y, afortunadamente, para aquellos que están dispuestos a recurrir a la espiritualidad, la respuesta segura y eficaz está al alcance de la mano.
Cristo Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). También dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también” (Juan 14:12). Estas promesas son válidas aún hoy. Como demuestran más de 130 años de curaciones publicadas en las revistas de la Ciencia Cristiana, cualquiera puede ser sanado de enfermedades o adicción, al aprender más acerca de Dios, el Amor divino, mediante el estudio y la práctica de la Ciencia divina del Cristo, que Jesús enseñó y demostró.
Dios es más poderoso que la adicción, más poderoso que las condiciones dolorosas que llevan a los sufrientes a buscar el alivio de los medicamentos. Y el toque sanador del Cristo trae beneficios morales tanto como físicos, sin efectos secundarios negativos.
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