El mensaje de texto de mi amiga decía “fue muy rápido”.
Ella se quemó la boca al beber chocolate caliente, pero sanó instantáneamente cuando recordó otra curación rápida que había tenido hacía poco. Se dio cuenta de que la verdad que la había sanado la primera vez —que ella es espiritual y que Dios siempre la mantiene completamente a salvo— era tan cierta en aquella ocasión, como en ese instante. Unos minutos después todos los efectos de la quemadura habían desaparecido.
Pero ese no fue el fin de la historia. Algunas semanas después, yo acababa de poner una bebida en el microondas, y no me di cuenta de lo caliente que estaba. El primer sorbo me quemó la lengua. En un instante, la experiencia de mi amiga me vino al pensamiento. Pensé: “Lo que es verdad para ella también debe ser verdad para mí”. Un rato más tarde, me di cuenta de que también había sido sanada.
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