Recientemente, sentí una vez más la increíble paz que nos envuelve cuando confiamos nuestras necesidades a Dios. En este mundo, somos bombardeados por libros de autoayuda y estamos bajo la enorme presión de “tener éxito” y “lograr algo” en la vida. Pero saber que estamos bajo el cuidado de un Dios amoroso que gobierna cada aspecto de nuestra existencia nos hace sentir una gran libertad.
Trabajo como actriz en la industria del espectáculo en Sudáfrica, y en los últimos años me vino muy claramente que necesitaba continuar mi entrenamiento, particularmente en lo que se refiere a la voz. Pasé muchas horas investigando instituciones y cursos, pero todo parecía terminar en un callejón sin salida. En mi país parecían escasear las oportunidades para entrenar la voz al nivel internacional más elevado de excelencia. De hecho, trabajé con algunos instructores, pero sentí que el entrenamiento no era adecuado, ya que no estaba acreditado y no se podía comparar favorablemente con otros programas que había investigado.
Pensé en regresar a la universidad en Sudáfrica o en el exterior; sin embargo, todos los cursos que solicité y fui aceptada demandaban mucho tiempo y gastos, y no encaraban de forma adecuada el entrenamiento vocal. La búsqueda de opciones viables me hacía sentir cada vez más frustración y desaliento. Pero yo había estado orando por los próximos pasos que debía dar, y a medida que profundizaba mis oraciones y humildemente escuchaba la guía de Dios, vi muy claramente que necesitaba dejar de lado toda obstinación, voluntad propia y ambición.
En lugar de insistir en seguir adelante con mis propios planes, comencé a sentir que podía confiar mi carrera a mi Padre-Madre Dios, y permitir que se desarrollara conforme a Su plan que es siempre bueno. La Biblia nos dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto” (Santiago 1:17). Sé de mi estudio de la Ciencia Cristiana que Dios es solo bueno, por lo tanto, solo tiene buenos dones para todos. Por ser la creación espiritual de Dios, la Vida divina, yo sabía que ya tenía esos dones y podía tener la expectativa de que se manifestaran en mi experiencia. En este caso, me pareció natural que el don perfecto fuera la oportunidad de ampliar y desarrollar mi carrera.
En lugar de buscar oportunidades de entrenamiento y centrarme en mí misma, comencé a esforzarme por buscar primero el reino de Dios, lo cual Cristo Jesús nos recomendó que hiciéramos (véase Mateo 6:33); yo sabía que entonces las cosas que necesitaba “serían añadidas”. Esta búsqueda significaba que debía expresar más abnegación, gracia, misericordia, bondad, perdón, y todas las otras cualidades de Dios en las que Jesús hace énfasis en su Sermón del Monte.
A mí me gustaba especialmente algo más que Jesús dijo en ese sermón: “No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?” (Mateo 6:25, 26, LBLA). Yo había pensado muchas veces en este maravilloso consejo, y vuelvo a él continuamente. Brinda una sensación de libertad y nos libra de la presión y del falso sentido de responsabilidad.
Durante largo tiempo nada ocurrió, pero continué orando y confiando. Entonces un día recibí un correo electrónico de mi agente sobre un curso que ofrecían en una universidad cercana sobre cómo liberar la voz. Yo nunca había oído hablar de este entrenamiento y la gente a mi alrededor tampoco. Pero sentí que Dios me estaba guiando a presentar mi solicitud, y fui aceptada.
Cuando llegué al lugar donde se daba el curso la noche de nuestra primera reunión, me asombré al encontrar el salón lleno de actores de Norte y Sudamérica, África, Europa y Australia. Después de conocer a los otros actores durante el mes de entrenamiento intensivo, me enteré de que ya habían venido a nuestro país una o dos veces a tomar este curso en particular porque tenía “algunos de los mejores entrenadores” de este trabajo de voz en el mundo; y eran realmente excelentes. El contenido del curso era exhaustivo, práctico, al nivel más alto de excelencia internacional, y tenía una pedagogía acreditada internacionalmente. También tenía un costo accesible.
Resultó que mis hijos pudieron salir de vacaciones con mi esposo y su familia durante el mismo período. Esto me dio la libertad de concentrarme en el curso y sus exigentes requisitos, mientras mi familia celebraba las fiestas en otra provincia. A través de la extensa familia que los acompañaba en su viaje, los niños recibieron la atención maternal que necesitaban, y todos disfrutaron de unas fantásticas vacaciones. ¡Quedé admirada del plan perfecto de Dios!
Todo salió maravillosamente bien, lo que para mí fue una vez más prueba del armonioso control que Dios tiene de Su creación; que Él conoce, ama y cuida de Sus propias ideas, y que siempre tiene una mejor forma de hacer las cosas de la que nosotros podríamos encontrar por nuestra cuenta. Esto nos alivia del peso de la responsabilidad personal, y la carga de pensar que de alguna manera “tenemos que salir adelante” en el mundo solos. ¡Qué más necesitamos saber para ayudarnos a nosotros mismos!
