Recientemente, sentí una vez más la increíble paz que nos envuelve cuando confiamos nuestras necesidades a Dios. En este mundo, somos bombardeados por libros de autoayuda y estamos bajo la enorme presión de “tener éxito” y “lograr algo” en la vida. Pero saber que estamos bajo el cuidado de un Dios amoroso que gobierna cada aspecto de nuestra existencia nos hace sentir una gran libertad.
Trabajo como actriz en la industria del espectáculo en Sudáfrica, y en los últimos años me vino muy claramente que necesitaba continuar mi entrenamiento, particularmente en lo que se refiere a la voz. Pasé muchas horas investigando instituciones y cursos, pero todo parecía terminar en un callejón sin salida. En mi país parecían escasear las oportunidades para entrenar la voz al nivel internacional más elevado de excelencia. De hecho, trabajé con algunos instructores, pero sentí que el entrenamiento no era adecuado, ya que no estaba acreditado y no se podía comparar favorablemente con otros programas que había investigado.
Pensé en regresar a la universidad en Sudáfrica o en el exterior; sin embargo, todos los cursos que solicité y fui aceptada demandaban mucho tiempo y gastos, y no encaraban de forma adecuada el entrenamiento vocal. La búsqueda de opciones viables me hacía sentir cada vez más frustración y desaliento. Pero yo había estado orando por los próximos pasos que debía dar, y a medida que profundizaba mis oraciones y humildemente escuchaba la guía de Dios, vi muy claramente que necesitaba dejar de lado toda obstinación, voluntad propia y ambición.
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