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Resolvamos los conflictos reconociendo la bondad de Dios

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 7 de octubre de 2019


Compromiso no es una mala palabra, aunque a menudo se ve de esa manera.

La obstinada renuencia a cambiar de opinión puede ser desastrosa para las relaciones y el progreso. Por otra parte, las soluciones surgen cuando estamos dispuestos a escuchar a los demás, en lugar de ponerlos en categorías negativas simplemente porque sus puntos de vista son diferentes a los nuestros.

En mis esfuerzos por mejorar en este sentido, he hallado inspiración en la Biblia. El ministerio de Jesús enseñaba respeto por los corazones honestos. Cristo Jesús hizo énfasis en la naturaleza del amor de Dios que lo incluye todo mediante la historia de la oveja perdida. Se había perdido una oveja de un gran rebaño. El pastor no estaba dispuesto a perder ni siquiera a uno de los animales, así que buscó hasta que la encontró, y lleno de alegría llevó la oveja con seguridad de vuelta al rebaño (véase Mateo 18:11–14).

Desde el punto de vista del pastor, cada oveja era valiosa. Si pensamos que Dios es nuestro Pastor amoroso, como dice el Salmo 23, esto quiere decir que todos estamos abrazados en la inteligencia universal totalmente amorosa del Divino. No hay nadie que no sea importante, valioso o lo suficientemente bueno como para ser escuchado. La bondad, la paz y la inteligencia de Dios están expresadas en toda Su creación.

Durante mi adolescencia, época de gran crecimiento espiritual, mi padre quería hacer un proyecto con el cual las normas del pueblo no estaban de acuerdo. Lo llamaron para hablar sobre el mismo con las autoridades del lugar.

Recuerdo que mi papá era un hombre paciente, bondadoso y considerado. También tenía la tendencia a ser tremendamente independiente. Así que, cuando llegó el día de la reunión, mi mamá, preocupada porque mi papá tenía “la propensión a ser obstinado”, me pidió que fuera a la reunión específicamente para orar por la armonía.

Me conmovió mucho que ella pensara que mis oraciones podían marcar una diferencia para bien, así que fui.

Después que las autoridades presentaron su caso, mi papá presentó su punto de vista, a lo que siguió un profundo silencio. Al ver que mi padre se mantenía callado me di cuenta de que estaba orando. Yo también había estado orando. En la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana había aprendido que otro nombre para Dios es Mente, y que Dios es infinitamente bueno y ama a todos Sus hijos. Pensé que eso incluía a todos los presentes. Confié en que esta Mente divina única nos mostraría a todos una solución.

Todos estamos abrazados en la inteligencia universal omnisapiente del Divino.

Luego, mientras oraba, pensé en un compromiso que podría resolver el conflicto. Parecía tan obvio que esperé que otra persona lo mencionara. ¡Nadie lo hizo! Respondiendo a lo que parecía ser un suave empujoncito mental, pedí la palabra, y expliqué la idea que me había venido.

Las autoridades del pueblo estuvieron de acuerdo en que esa propuesta estaría bien para ellos. Mi papá estaba muy sorprendido. Estuvo de acuerdo en que también funcionaría para él. Y todos regresaron a casa aliviados y agradecidos porque se había resuelto un conflicto.

Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy nos dice: “Un único Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; … aniquila … todo lo que está errado en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; …” (pág. 340). Si bien la época actual tal vez parezca distar mucho de ser amable y los problemas mundiales considerablemente más serios que un proyecto en un pueblito, esa misma Mente divina universal, sabia y omnisapiente continúa gobernando. Ceder a la unicidad y unidad de esta Mente saca a la luz ese gobierno divino. Hacerlo es natural para el hombre de la creación de Dios, es decir para todos nosotros.

De esta manera, al permitir que nuestro sabio y amoroso Pastor divino nos guíe, cada uno de nosotros puede aprovechar la oportunidad de dedicar sus oraciones, conversaciones y decisiones a marcar una diferencia del lado del bien para todos; una oración, una conversación, una decisión a la vez.

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